Toque guayaco para el misterio
Hannah Berry, sobrina nieta del gran artista guayaquileño Eduardo Solá Franco, es una creativa novelista gráfica de Inglaterra. El protagonista de su primer trabajo impreso se inspira en sus raíces ecuatorianas.
Su brillante sonrisa treinteañera esconde escenarios sembrados de asesinatos, intrigas, chantajes, misterios y suspenso, pero “con sutileza”, según aclara la artista inglesa Hannah Berry.
“Mis universos son oscuros porque yo soy un personaje oscuro”, indica con un tono de broma y manteniendo esa abierta sonrisa que hace improbable creerle tal confesión.
Pero luego explica que aquella expresión le resulta espontánea ya que se encuentra contenta de visitar Guayaquil, la tierra de su mamá y de su abuelo materno, Carlos, quien era hermano del maestro Eduardo Solá Franco.
Ella cumplió aquella visita en la segunda quincena de septiembre anterior, cuando nos confesó que desde pequeña fue consciente de que estaba emparentada a un respetado artista ecuatoriano. “Siempre he considerado inspirador saber que, tal como lo hizo mi pariente, era posible vivir del arte”.
El detective y la bolsa de té
Sin embargo, Hannah confiesa que la musa (o el muso) de su primera novela gráfica fue su abuelo, Carlos Solá, a quien conoció de pequeña porque sus dos abuelos maternos decidieron mudarse a Inglaterra.
“Estoy orgullosa de ser mitad ecuatoriana. Por eso quería que el protagonista de mi primera novela gráfica fuera un ecuatoriano en Londres. Y ese personaje es mi abuelo Carlos (mi bito), a quien recuerdo como un hombre educado, reservado y algo callado”, señala Hannah, quien trasladó esas cualidades al detective Fernández Britten, protagonista de su novela Britten and Brülightly, publicada en el 2008 y traducida al italiano, holandés, serbio y francés.
Fernández Britten es un investigador privado algo deprimido por su fama de “rompecorazones”, pero no por guapo ni galán, sino porque sus clientes habían sido mayormente hombres y mujeres que sospechaban de la infidelidad de sus parejas.
Este protagonista se decide a retomar sus principios de “justiciero” al intentar resolver un caso que lo haría redimir interiormente: un aparente suicidio que podría ser realmente un asesinato, para lo cual trabaja junto con su compañero, Stewart Brülightly.
¿Pero quién es Stewart Brülightly? Una bolsa de té parlante que lo acompaña en el bolsillo del chaleco mientras se involucran en un tremendo lío con los criminales.
“La bolsa de té es un elemento muy simbólico de la cultura británica”, explica la artista sobre ese detalle que le brinda humor y psicología a la narración.
“Me gustan las historias de detectives. Me gusta el misterio, amo seguir una historia compleja, armar las piezas de lo que ocurre hasta descubrir aquello que realmente sucedió”, señala esta artista gráfica cuyo estilo ha recibido elogiosas críticas.
Defensora de lo ecuatoriano
Los comentarios expertos resaltan la calidad de sus escenas gráficas y de la historia que protagoniza este personaje notoriamente ecuatoriano, tanto así que viste un sombrero de paja toquilla.
“Cuando escucho que alguien lo llama Panama Hat, lo corrijo inmediatamente. Le digo: ¡Noooo, ese sombrero es ecuatoriano!”, indica Hannah en esta, su tercera visita al país. “Pero es mi segunda de adulto. Vine por primera vez a los 18 meses. Esa no cuenta. Luego vine a los 24 años de edad (hoy tiene 30). Quería conocer de dónde venían mi mamá, mis abuelos, conocer a la familia”.
Ella se conectó con sus raíces maternas y con un país que confiesa la enamoró por sus ciudades, sus paisajes naturales y su gente. “Pasé por Quito, Guayaquil, Galápagos, Riobamba, Cuenca. Es gracioso que Quito se parece mucho a Inglaterra en general. Las personas son reservadas y hace frío. Me sentí mucho como en casa. También hablan con diminutivos, como aquicito, abuelito, carrito, casita. Allá en Londres la gente es similar, dice ‘tuve un pequeño accidente’. Es chistoso”, comenta.
A pesar de que ella nació en el condado rural de Hampshire, al suroeste de Londres, Hannah lleva doce años viviendo en Brighton, ciudad costera del sureste de Inglaterra. “Se parece mucho a Guayaquil. La gente luce siempre apurada… Hay mucha cultura, siempre pasa algo, es un destino costero muy popular”, señala sobre ese ambiente porteño que la hizo sentir muy cómoda.
Hannah se reencontró en Guayaquil con ese entorno que siente muy propio, y que fortaleció su sentido de pertenencia con actividades muy locales, como la admiración a las iguanas del parque Seminario (“¡sorprendentes!”) y paseos por el malecón Simón Bolívar, junto al río Guayas.
Esos elementos, confiesa, habitan en su corazón para llenar de un brillo nostálgico y familiar ese mundo de oscuridad que ha creado en sus historias cómics.
“La novela gráfica en Inglaterra está en plena expansión. Es una industria que no genera mucho dinero, pero cuyos participantes tienen un real compromiso por desarrollarse y apoyar a los otros”, comenta orgullosa, muy sonreída, irradiando felicidad. Al parecer, esta artista, que con su creatividad en Inglaterra defiende lo lúgubre, llega a Guayaquil para llenarse de alegría.
“Un sorprendente éxito. El relato misterioso, elegantemente dibujado en líneas nítidas y tonos monocromáticos... atrapa la esencia del cine oscuro”.
The New York Times, Book Review (Nueva York)
“(Britten and Brülightly) Esta unión perfecta de hermosos dibujos y textos te dan ganas de saltar de euforia”, The Times (Londres)