‘Incaland’

01 de Febrero de 2015
EFE

David Roas se mueve entre el libro de viajes y el relato fantástico en Bienvenidos a Incaland, una narración que parte de un viaje del autor a Perú en la que destila una irónica crítica contra el turismo en aquel país. El libro tiene que ver con dos viajes suyos a Perú, en el 2008 y 2011, aunque en la segunda fecha ya tenía escrito el libro y la estancia durante tres meses entonces en Lima confirmó sus “delirios”.

Asegura el autor que “no quería hacer ni un libro de viajes ni una novela, aunque algunos lectores lo podrán leer como un libro de viajes o como una novela”, pero su principal objetivo era “jugar con los límites del cuento, con una clara voluntad de romperlos”.

Subraya el escritor barcelonés que en ningún momento se esconde y queda claro que David Roas es el protagonista, pero con una salvedad: “El otro no es el peruano, sino yo, yo soy el raro, el que no entiendo bien la realidad”.

Con una experiencia de viaje europeo o yanqui, Roas se planta en Lima en su primer viaje a Latinoamérica y allí descubre “una ciudad con un caos alucinante” y pone como ejemplo su experiencia con los taxis: “se paran antes de que tú los pidas, debes negociar el precio, pero un día pagas una cantidad y otro día por el mismo trayecto el precio es distinto, y además los coches están en un estado que sería imposible que pudieran circular”.

Asegura Roas que recurrir a lo fantástico y al humor es una estrategia para explicar su situación de “foráneo”, al mismo tiempo que transmite su “fascinación hacia ese mundo”.

Roas se siente como “un Jeckyll y Hyde” pues en sus libros conviven “referencias de la cultura popular y referencias académicas”.

El Incaland del título, con el símbolo de marca registrada, es el sarcasmo que Roas utiliza para referirse a la masificación del turismo en el patrimonio mundial del Perú. (I)

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