Un día en Petersburgo

Por Hernán Pérez Loose
20 de Diciembre de 2015

En su Introducción a la literatura del siglo XX (Ensayo de epistemología literaria), (editorial Gredos, Madrid), Vintila Horia afirma que en Rusia los primeros años del siglo pasado constituyeron un verdadero renacimiento cultural. Citando a N. Berdiaev, el autor de Dios ha nacido en el exilio, recuerda que aquella “era una época de despertar para el pensamiento filosófico ruso, un florecimiento de la poesía, un refinamiento del sentido estético...”. Mientras el simbolismo y sus representantes máximos rusos cultivaban los valores de la poesía simbolista occidental, “las nuevas revistas literarias, la vida teatral y musical situaba a ese país en un nivel casi igual al de las naciones europeas más avanzadas. Stravinski y Diaghilev llenaban de esplendor los escenarios de París y de Londres”.

Andréi Biely (1880-1934), escritor ruso, autor de Petersburgo.Este fermento cultural ruso cubrió una vasta gama de expresiones artísticas, desde la pintura y teatro hasta la fotografía y la escultura. Fue un movimiento que creció de la mano de las transformaciones políticas y sociales que se gestaron en Rusia durante las primeras décadas del siglo XX, y que estallaron primero en 1905 y luego en 1917.

Para los años 30 el estalinismo habría de sofocar este despertar cultural para transformarlo en simple propaganda. Una de las figuras más importantes de este renacimiento cultural ruso fue el escritor Boris Nikoláyevich Bugáiev, más conocido por su pseudónimo Andréi Biely. Novelista, crítico y poeta, de inspiración simbolista, Biely ha sido considerado por Vladimir Nabókov como el autor más importante del siglo XX en lengua rusa.

Gracias a la editorial Aka, los lectores de habla hispana tienen ahora acceso a una reimpresión de la edición de bolsillo de una de las novelas más importantes de Biely, (2009) y probablemente una de las mejores que se hayan escrito en época contemporánea. Nos referimos a Petersburgo (traducción de Rafael Cañerte, editorial Aka, Madrid, 2015).

La obra tiene como escenario la primera revolución rusa de octubre de 1905, entre mítines, huelgas y enfrentamientos, y se desarrolla en la ciudad que lleva el nombre de la novela (San Petersburgo). Como en el Ulises, de James Joyce, la trama de la novela se desarrolla prácticamente en 24 horas y la ciudad es su protagonista. La historia da cuenta de un joven de nombre Nicolái Ableújov, quien ha recibido la orden de asesinar al senador zarista Apolón Apolónovich Ableújov poniéndole una bomba en su estudio. El senador, sin embargo, resulta ser el padre de Nicolái. Aunque en ella abunda el humor, la obra pone al descubierto la decadencia del zarismo y explora con mucha sutileza temas como el terrorismo y el conflicto padre-hijo.

Una obra cuya lectura recomendamos. Hay una versión electrónica de la novela a un precio razonable. (O)

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