Discreto encanto de una ausencia

Por Hernán Pérez Loose
10 de Mayo de 2015

En su reciente libro El burgués. Entre la historia y la literatura (Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, traducción de Lilia Mosconi, 2014), el conocido crítico italiano Franco Moretti  –hoy profesor de la Universidad de Stanford– parte de la paradoja de la desaparición del burgués, no obstante el indiscutible protagonismo que tuvo en la construcción de la modernidad.

Moretti nos recuerda que hace unos veinticinco años Immanuel Wallerstein afirmaba no conocer de ningún estudio serio de interpretación histórica del mundo moderno “en el cual el concepto de burguesía esté ausente”. Y como en 1895 Max Weber no tenía reparos en afirmar: “Soy un miembro de la burguesía; me siento parte de ella y me he educado según sus opiniones e ideales”.

¿Quién podría decir lo mismo en estos días a pesar de la vitalidad del capitalismo y de la democracia liberal? (¿No fueron acaso las revoluciones americanas y francesas –bajo cuyas sombras aún gira el mundo contemporáneo– la obra de burgueses?) ¿Habrá acaso el capitalismo perdido el rostro de su héroe?

Es a partir de estas coordenadas, dudas y contradicciones que Moretti aborda la figura del burgués en la literatura moderna. Es un fascinante recorrido a lo largo de aquel opus literario que reflejó el ascenso de un personaje que no solo fue el artífice de la transformación económica de toda una época, sino que además se convirtió en el referente social y símbolo cultural de una civilización.

En su análisis el autor no toma como punto de partida a Marx –algo que puede sorprender a quienes conocen a Moretti–, sino a Daniel Defoe. En su soledad, el náufrago Robinson Crusoe se ve obligado a valorar los objetos que encuentra en la isla en términos de su utilidad como herramientas de supervivencia. “Y en un mundo de herramientas, solo queda una cosa por hacer: trabajar”. El autor constata cómo una serie de palabras asociadas con la eficiencia comienzan a aparecer en muchas novelas del siglo XIX.

Moretti nos llama también a reflexionar sobre la importancia (“seriedad”, dice él) que va adquiriendo lo cotidiano en la literatura moderna, así como en la pintura. El análisis del escritor incluye tanto obras de la Inglaterra victoriana como la producción de Goethe, Flaubert, Tolstoi, Balzac, Machado, Ibsen, y otros. “En lugar de esconder su dominio tras una hueste de espejismos simbólicos, la burguesía obliga a toda la sociedad a enfrentar la verdad sobre sí misma. Es la primera clase realista de la historia humana”.

Es un libro cuya lectura recomendamos. Entre otros puede ser pedido por internet a la editorial (www.fondodeculturaeconomica.com). (O)

hernanperezloose@gmail.com

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