Cuentos con tinte local

Por Clara Medina
15 de Noviembre de 2015

La actriz Martha Ontaneda puso en escena, hace poco, la obra teatral Este té es para ti, basada en un cuento de la escritora guayaquileña Sonia Manzano.

Esta pequeña y encantadora pieza literaria cuenta la historia de un matrimonio anclado en la rutina y el tedio –él, un antiguo brillante profesor que ahora está paralítico.

Ella, una mujer que lo cuida–, que mira la vida a través de la ventana. Y la vida, para este matrimonio, es lo que sucede en el departamento del frente, donde la pareja que lo habita experimenta una situación de desamor y adulterio, que finalmente desemboca en un crimen. O al menos es lo que narra la mujer desde la ventana. Como lectores no sabemos lo que realmente sucede allá, al frente. El único testimonio que tenemos es la palabra de la mujer que mira, que interpreta, que deduce y que de esa manera le da color a su existencia rutinaria, al lado de un paralítico.

Este té es para ti, pieza de gran ironía y sutilmente construida, es uno de los diez cuentos que integran el libro Trata de viejas, que Manzano publicó este año con el sello de editorial Eskeletra. Es el segundo cuentario que da a conocer esta autora, que también es poeta, novelista, pianista y educadora. Los cuentos de este volumen tienen como componentes la ironía, el humor lacerante y una estructura narrativa que se sostiene en el lenguaje, en la palabra siempre abundante que la escritora maneja con solvencia. Es una palabra que toma de la cotidianidad, de la música popular, del refranero diario. Los cuentos tienen un expreso tinte local, del que la autora no huye. Muchos de los narradores ecuatorianos contemporáneos ven en lo local una especie de cuco, del que se apartan con premura. Manzano, por el contrario, parece buscarlo.

La escritora propone cuentos como Miss Península de Santa Elena, sobre un reinado de belleza; Una vez un ruiseñor, sobre un niño cantor que al entrar a la juventud pierde la voz; o Trata de viejas, la narración que da título al volumen y que habla de una vieja prostituta provinciana que se ve abocada a pedir limosna. Son cuentos con escenarios y nombres locales, pero el modo en que la autora los escribe trasciende lo local. El lenguaje cautiva. Al leer estos cuentos solo podemos deducir que estamos ante una narradora que sabe su oficio. Es una especie de malabarista de la palabra. Hay cuentos decididamente irónicos, como Este té es para ti, y otros que pueden causar una cierta desazón, y hasta dolor, como el titulado Los últimos días de Pompeya, sobre una mujer que muere de cáncer.

Todas las narraciones hablan de pérdidas. De soledades. En estas, los personajes protagonistas –en su mayoría femeninos, aunque también hay hombres– pierden la juventud, la lozanía, la salud, la voz. Pierden los amores. Pierden la vida. Y pierden hasta la paciencia. Solo el lector no pierde. Leer estos cuentos siempre será una ganancia. (O)

claramedina5@gmail.com
Twitter: @claramedinar

  Deja tu comentario