Grafiteros y estrellas

Por Carlos A. Ycaza
18 de Septiembre de 2011

Banksy. Los londinenses no lo conocen pero millones han visto sus anárquicos garabatos en paredes, avisos, veredas, calles. Él llega en un extraordinario largometraje.

Cuando uno ve un documental nuestra percepción de la realidad es diferente de cuando salimos de cualquier película de ficción. Aparentemente, nuestros ojos no nos engañan porque la cámara registra exactamente lo que ve, no lo que se actúa o se recrea en la dramaturgia cinematográfica. Exit through the gift shop (La salida es por la tienda de regalos) es una recalcitrante demostración de que nada de lo filmado es totalmente verdadero, porque siempre el que está detrás de la cámara es un cerebro que nunca conocemos, independiente de lo que se nos muestra.

Clasificar esta salida anónima –la película no da crédito al director– como un documental, podría ser un error. El título hace alusión a esas tiendas de regalos típicas de grandes museos donde uno compra souvenirs de lo que se acaba de ver en las salas. Una mercadotecnia que se convierte en uno de los temas centrales de la película.
La pureza integradora de la creación artística jamás debe ser manipulada a otros antojos que no sean exclusivamente lo que nos transmite la obra original. Y en el caso del arte callejero, donde su máxima expresión es el grafiti, el asunto se convierte en una causa muy parecida a la de una cruzada religiosa.

El filme comienza en Los Ángeles casi a empujones (el logo de la Paramount ahora dice ‘Paranoid Films’), con imágenes inconexas donde poco a poco descubrimos a Thierry Guetta (después se lo conoce como Míster Lavado Cerebral), un francés tendero-cineasta –“lo filmo todo, no me despego un solo minuto de mi cámara, es como otra extremidad más”, dice– que se obsesiona con el trabajo de su vida: hacer un documental sobre el arte callejero y sus exponentes. Así, él descubre en Londres los alucinantes trabajos de Banksy, insigne y misterioso grafitero que se convierte en el narrador encapuchado de la acción con una voz tétricamente desfigurada. La identidad del personaje ya se ha convertido en una leyenda urbana en Inglaterra.

Banksy es el eje del trabajo de Guetta, que amontona cientos de grabaciones para editar lo que finalmente se convierte en un espantoso laberinto. Esto es lo que vemos en la superficie, con una buena dosis de humorísticas reflexiones sobre el arte y su significado actual, con algunos tremendos cuestionamientos. Monsieur Guetta es un personaje tan interesante como Banksy, porque lo que sucede después con él es la verdadera “salida” de esta anárquica película.

Thierry deja a un lado su proyecto con Banksy y utilizando los propios desechos filmados de miles de obras se lanza a ejecutar una gigantesca exhibición en una bodega desierta de Los Ángeles, donde podemos ver a Brad Pitt y Angelina pagando cifras inimaginables por “cosas” sin autoría aparente.

El acierto mayor de Exit through the gift shop es documentar el vacío, porque nunca podemos pesar o valorar el significado detrás de ese caos conceptual. Estas ratas del establishment artístico, –así se autocalifica Banksy– finalmente se devoran entre ellos mismos. Una triste alusión a la autenticidad y los objetivos del arte en tiempos desenfocados. Entonces, solo nos queda comprar los regalitos.

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