Huésped teatral

28 de Junio de 2015

El prolífico dramaturgo argentino Javier Daulte, ganador del premio Konex de Platino al mejor director de teatro de la década 2001-2010, visitará Guayaquil en julio.

Javier Daulte.No le gusta la palabra entretenimiento. Dice que está devaluada y la vincula mucho con la televisión. El dramaturgo y director argentino Javier Daulte prefiere valerse de otros recursos para hablar del teatro y su propósito.

Concedió esta entrevista por vía telefónica desde Buenos Aires y, pese a la distancia, Daulte consigue con sus palabras, con sus lúcidas respuestas, pintar escenas en la imaginación de quien lo escucha.

Por ejemplo, cuando dice que el teatro es todo lo que esperamos que ocurra en los instantes previos a la función, cuando se apagan las luces y el espectáculo está a punto de comenzar, es fácil regresar a ese momento en que hemos estado en un asiento de una sala en tinieblas, esperando a ser deslumbrados en cualquier instante.

Esa excitación, esa expectativa que inunda las mentes de los asistentes, se guardan para siempre en su memoria. Y si sucede lo que esperábamos, continúa Daulte, entonces se convierte en una de las mejores experiencias que podemos tener como miembros de un público. “Son momentos que marcan nuestras vidas, nos dediquemos o no a esta profesión”.

El teatro no es un espacio para entretenerse. Es el lugar para ser golpeado, afirma al referirse a la impresión, a la sorpresa, a la conmoción que puede producir en los sentidos del espectador una puesta en escena. “Hablo del goce de la experiencia estética (...) cuando un espectáculo halaga nuestra inteligencia”.

Esta apreciación muy personal del teatro quizás provenga de su formación académica en Psicología.

Daulte se dedica al teatro desde los 14 años, pero apostó también por una carrera universitaria. “Uno no sabe si le va a ir bien con su arte, así que mejor vamos a la universidad y de paso dejamos contentos a papá y a mamá”, comenta. Al fin de sus estudios, el teatro le dio muchas oportunidades y él le dedicó su vida.

“Nunca ejercí la carrera, pero no me arrepiento. Creo que quienes nos dedicamos al arte debemos saber de todo y uno de los lujos de mis estudios fue conocer, a gran profundidad, a autores como Freud”, afirma. “Pero no sabría explicar a nadie si aplico o no directamente todo este conocimiento en mis obras. Sé que lo tengo incorporado porque todo lo que nos ha nutrido aparece en nuestro trabajo, de manera inevitable”.

Premio de una década

En 2011, la Fundación Konex de Buenos Aires reconoció el trabajo de Javier con el Premio Konex de Platino a mejor director de teatro de la década 2001-2010.

Ese galardón responde al trabajo coherente y en crecimiento que Javier había realizado desde que integraba el colectivo teatral Caraja-ji de la capital argentina.

Entonces, él y sus compañeros decidieron romper con los formatos teatrales de aquella época.

La dictadura que gobernaba Argentina (1976-1983) había hecho que los escenarios se convirtieran en estrados para la denuncia, recuerda Daulte. “Cuando volvió la democracia, este tipo de teatralidad quedó atrás. Las obras se liberaron y empezaron a ser, muchas veces, comedias. Ya no sentíamos la responsabilidad de hacer un discurso social a través de nuestras obras”.

Desde entonces nombra algunas piezas que marcaron el rumbo de su carrera. La primera fue Criminal, estrenada en el teatro Payró en las temporadas 1996 y 1997. Gore, estrenada en el 2000, le abrió las puertas en España. Allá pudo verse en la sala Ensayo 100 de Madrid en 2002 y, al año siguiente, en el Festival Grec de la ciudad de Barcelona. Daulte ha escrito más de veinte obras teatrales.

Esa urbe también premió, en el 2007, a Javier por su aporte a las artes. “Fue un premio que recibí con gran satisfacción y me recuerda el compromiso que tengo con ese movimiento cultural”, expresa.

Javier asegura sentirse cómodo en cualquier ámbito teatral, en la escena alternativa o comercial. Afirma que la propia naturaleza de los proyectos los hace encontrar su lugar más apropiado.

Una fábula diferente

A fines de julio, una de sus obras se presentará en Guayaquil. Se trata de Caperucita, un espectáculo feroz, dirigida por Carlos A. Ycaza y protagonizada por Verónica Garcés (Caperucita), Montse Serra (la mamá), Martha Ontaneda (la abuela) y Alejandro Fajardo (el lobo-mentalista).

La idea inicial para la creación de esta pieza se le ocurrió tras leer la publicación japonesa 21 veces, Caperucita Roja. Hizo que Javier se preguntara ¿por qué la mamá de Caperucita insiste en enviar a su hija, sabiendo los peligros del bosque, y no decide ir ella misma a visitar a su madre?

“Me interesaba formular dicha pregunta y reestructurar ese universo”, dice. “Crecí en una casa con tres generaciones de mujeres: mi hermana, mi madre y mi abuela y eso generó en mí una base para entender el mundo femenino, para darles una voz a estos personajes”.

Hasta ahora, Javier solo ha estado en Guayaquil de paso para ir a Galápagos. Por eso llegará con grandes expectativas. Quiere que la clase maestra que ofrecerá en la Universidad Casa Grande (ver recuadro) sea una oportunidad para profundizar en la solemnidad y frivolidad del teatro, dos pecados que, asegura, deben evitarse. Quiere acercarse a la comunidad teatral guayaquileña, conocerla y, al igual que hace en sus obras, generar un encuentro. (D.L.) (I)

clase magistral

Durante su estadía en Guayaquil, Javier Daulte visitará también la Universidad Casa Grande para dictar una clase maestra. Está abierto a estudiantes y personas interesadas.

Fecha: Miércoles 15 de julio.
Hora: De 19:00 a 22:00.
Duración: 3 horas.
Lugar: Auditorio de la Universidad Casa Grande.
Costos: $ 30 (para estudiantes universitarios, presentar carné para aplicar descuento) y $ 35 (público general). Se deberá realizar el pago en el departamento de Finanzas de la universidad. Cupos limitados.
Teléfonos: Adriana Loor, aloor@casagrande.edu.ec, 220-2180 ext. 113; Alexia Cedeño en la ext. 356, acedeno@casagrande.edu.ec.

 

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