Hacer cine ¿o tele?: Filme de Viviana Cordero

Por Harpo
15 de Octubre de 2017

Sesiones de lectura de Solo es una más: Joaquín Wappenstein, María Teresa Guerre

Solo es una más es la nueva película de la directora Viviana Cordero y lo primero que se agradece es ver un largometraje ecuatoriano diferente, que no presenta el tan machacado y nada novedoso realismo social. La historia va de lo siguiente: Mateo (Joaquín Wappestein) es un joven con epilepsia que por casualidad conoce a Natalia (María Teresa Guerrero) en una situación poco usual: él es testigo de una pelea de ella con su pareja. Natalia está muy alterada y Mateo se ofrece a ayudarla. Es de esta manera que, aunque de entrada parece poco probable, entre ellos nace una amistad, que en algún momento para Mateo llega a significar algo más.

La historia de ellos se intercala con las relaciones familiares de Mateo, principalmente con su padre sobreprotector y algo irascible (interpretado por Pedro Saad), desde que quedó viudo y a cargo de sus cuatro hijos, incluido Mateo con su enfermedad. Así, entre idas y venidas, nos vamos metiendo en la vida de estos personajes.

María Teresa Guerrero defiende bien su papel, quizás porque como la directora y guionista lo ha dicho, lo escribió pensando en ella. El personaje tiene mucho de la persona real, por eso tal vez los momentos que se notan más flojos son aquellos en los que se necesita de mayor técnica actoral, como la primera aparición de Natalia en pantalla, cuando está peleando con su esposo. El resultado es algo exagerado, pero el carisma de Guerrero, que desde sus días en televisión ha traspasado la pantalla, hace que se lo perdonemos.

Mateo, interpretado por Joaquín Wappenstein, y en cuya vida está inspirada la película, saca con mucha naturalidad su papel y es la verdadera estrella de la cinta. El joven actor construye un personaje que se gana nuestro cariño con su pinta de galán de antaño, con su sombrero y su cigarrillo. Son especialmente acertadas sus escenas en una cafetería, en la que cuenta su historia a quien lo quiera escuchar. 

Otro aspecto positivo es la naturalidad con la que se muestra a las personas con discapacidad, aquí no se busca generar lástima, ni adoctrinar a nadie. Simplemente se los incluye como lo que son, como personas que merecen tener un lugar en la sociedad, y en esta película lo tienen, no solo con Mateo, sino también con Martina, una chica con síndrome de Down, interpretada por Nicolle Herdoíza, quien en la vida real tiene esta condición.

Afortunadamente, la química entre los dos personajes principales es buena y hace llevadera una historia que, en momentos, se siente un poco plana y repetitiva. Y ese es el mayor problema que tiene la película, problema que se intuía desde su tráiler poco vendedor. En ocasiones parece que estuviéramos viendo un capítulo de una serie de televisión, una buena serie, pero no una película para la pantalla grande. Más en estos tiempos en que la televisión y los servicios de streaming utilizan cada vez con mayor regularidad un lenguaje visual muy atrevido y parecido al del cine, al tiempo que nos cuentan historias profundas y con personajes complejos y multidimensionales. Eso  es lo que le falta a esta película.

Solo es una más termina siendo una cinta entretenida, pero algo superficial y sin mayores pretensiones. Al final, la cinta saca un aprobado, pero definitivamente  pudo haber sido mucho más.
ojosecosec@gmail.com

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