Grupo Guayaquil: Cinco como un puñado de poemas

31 de Julio de 2016
Jorge Martillo Monserrate

Mirada a una faceta desconocida de los narradores del Grupo de Guayaquil: sus inicios como poetas.

Los cinco del Grupo de Guayaquil fueron poetas. Su historia literaria no se inicia en 1930 cuando Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara y Enrique Gil Gilbert publicaron Los que se van, 34 relatos de un realismo entre salvaje y poético que dan cuenta de la vida de nuestros cholos y montubios. Luego, cuando se suman José de la Cuadra y Alfredo Pareja Diezcanseco pasan a ser el Grupo de Guayaquil. Pero lo casi desconocido de ellos es que se iniciaron como poetas. Escribieron y publicaron versos. Esa historia, después de hurgar en archivos de la época, la cuenta el escritor e investigador Alejandro Guerra Cáceres en Cinco como un puño. Poesía del Grupo de Guayaquil, libro publicado en 1991.

Comenzaron su trayectoria como poetas modernistas –declara Alejandro Guerra en la biblioteca de la Casa de la Cultura–, avanzaron a la poesía panfletaria, política e ideológica. Después la abandonaron para dedicarse a la narrativa, a las luchas sociales.

Siendo casi adolescentes, entre los 15 y 18 años, se iniciaron en la poesía y con cierto éxito porque sus versos fueron acogidos en revistas literarias y periódicos de Guayaquil.

Pero luego, evidentemente, descubren que su papel social está en la narrativa –comenta Guerra–, pero esa poesía tiene un valor histórico porque sirve para estudiar una época y conocer la trayectoria de cada miembro del Grupo de Guayaquil.

José de la Cuadra, Alfredo Pareja Diezcanseco, Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara y Enrique Gil Gilbert eran cinco como un puño. Un puñado inmortal de literatura y vida.

A falta de espacio, he seleccionado un poema o fragmento, de cada escritor. Los interesados deben consultar el libro de Alejandro Guerra Cáceres –disponible en la biblioteca de la Casa de la Cultura de Guayaquil–. A continuación poemas del Grupo de Guayaquil:

Joaquín Gallegos Lara (1909-1947)

Las cruces sobre el agua es su obra clásica. A la edad de 16 años sus versos aparecen en revistas literarias y diarios porteños. “En realidad, los primeros poemas de Gallegos Lara son de corte romántico”. Los posteriores serían de corte social. Guerra Cáceres rescata 22 poemas, los últimos datan de 1937.

AL POTRO (1928)

potro:
deja que vibre la guitarra de tus crines,
como no tiene primas suenan las cuerdas gruesas,
canciones jadeantes de velocidad,
devoradoras de sábanas.
rasga bajo tus cascos la bandera
de las nubes del horizonte,
lleva el gemido de tu guitarra alada
a donde ladran los perros de la brisa
al asomar el día
o al venirse la tarde palo abajo.
potro:
deja que el sudor te aflore
la mesa de las ancas
ya te la sacará el sudadero blanco del sol,
arráncale jugo a la carrera.

José de la Cuadra (1903-1941)

Recordado por Los Sangurimas y un puñado de cuentos magistrales. Publicó poesía entre 1919-1932. Guerra Cáceres rescata nueve poemas.

Decepción (1919)

Un desengaño me ha dado la vida;
al recorrer mi senda dolorosa
en espinas tornáronse mis rosas
y me abrieron sus puntas una herida.
Me engañó una mujer que mi alma olvida;
ella fue como todas las cosas,
fue la ilusión más pura y más hermosa,
Que mi corazón llora por perdida.
Al recordarla siento que renace
la llama destructora que deshace
el castillo ilusorio que creé;
Y veo que los pliegues de su falda,
escapóse hasta la última esmeralda
con que adornaba mi naciente fe.

Demetrio Aguilera Malta (1909-1981)

Admirado por su novela Don Goyo. Aguilera es el más versátil del Grupo de Guayaquil. A más de novelas, cuentos, poemas, teatro. Publicó crónicas y reportajes de guerra, hizo cine y artes plásticas. A los 15 años escribió sus primeros versos, así hasta 1936.

Día de sol (1927)

En un día de sol. La pesca va a ser buena.
Los pescadores salen contentos de la orilla.
Y trazan, como líneas oscuras, en la arena
las barcas de los cholos, las huellas de su quilla.
Son tres. Tienen dos velas cada una. Andan ligero.
Han desafiado veinte, veinte tormentas en el mar.
Y saben que en la punta del negro mastelero
sus pobres trapos sucios tienen que flotar.
En los fogones hechos de algunos tarros viejos,
surgen, iluminados por mágicos reflejos,
unos plátanos verdes de raras redondeces.
Y un olor penetrante, que gran espacio abarca,
hace pensar que lleva prendida cada barca
en todas sus maderas el alma de los peces.

Enrique Gil Gilbert (1912-1973)

Nuestro pan es su novela emblemática. Publicó sus primeros poemas en 1928 siendo un colegial del colegio Vicente Rocafuerte. Fue militante del Partido Comunista del Ecuador. “En realidad la poesía de Enrique Gil es la de mayor contenido ideológico”, asevera Alejandro Guerra.

Guayaquil (fragmento)

He aquí la ciudad ardiente,
la ciudad elástica y alegre,
la ciudad exótica del trópico.
En Guayaquil no hay vías férreas
si algo la estremece es el olor de los potreros vecinos,
el olor ardiente de los mangles
o la caída clamorosa de ellos
al otro lado de la dentellada del mar a la costa del Guayas.
Guayaquil es una ciudad abierta al sol y a los vientos.
Antes era una ciudad tendal:
desde que la alegría solar hacía silbar a los trabajadores
ya estaba olorosa a cacao tendido en las calles.
Olía a sudor de hombres de torso desnudo y piernas elásticas.
Estos hombres morenos, de ojos profundos y
labios gruesos,
Son en realidad Guayaquil.

Alfredo Pareja Diezcanseco (1908-1993)

Baldomera es su novela más representativa. A los 17 años empezó a publicar versos. Al igual que varios escritores de la época, escribió en honor a Sarita Chacón, la primera Miss Ecuador y en 1930 publicó el reportaje novelado La Señorita Ecuador. Guerra Cáceres recoge siete poemas escritos entre 1927 a 1936.

Retrato al aguafuerte
(1930) (fragmento)

(Para Sarita Chacón, la divina mujer de nuestra raza)
Cabellos de tristeza,
cual los ramajes fuertes de mi selva caliente,
hacen nido de amor en tu belleza.
Ojos valientes,
profundos, imposibles, soberanos,
proclaman los ardores de una raza que siente!
(…)
Tu cuerpo es tropical,
tu talle es ondulante,
tu seno, bautismal…
Y en el porte anhelante
de las columnas griegas de tus piernas divinas
canta tu ritmo de fuego emocionante!
Carne fresca hecha pétalos de rosas
Alma buena, como una aria de virtud,
y los brazos tan perfectos como una ansia temblorosa…
El paso lento, porte de juventud,
la cabeza altiva y la mirada dura,
y algún sueño que es rimado por arpegios de laúd.
Tierra, tierra, oh! mi tierra de locura,
amarilla como un gran plato de luz
bajo un cielo que agoniza y aún fulgura! (I)

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