Reflexiones de un educador: ‘El maestro tiene el mayor papel’

04 de Mayo de 2014
Mariquita Noboa de Bonilla / Fotos: Chantal Fontaine

El programa Educare extrae valores del ser humano y los integra en todo el proceso de instrucción para que los niños y adolescentes tengan vidas fructíferas.

Art Ong Jumsai sugiere enseñar con el corazón.

Precedido de una vasta experiencia como docente llegó a Guayaquil procedente de su Tailandia natal el doctor Art Ong Jumsai. Un doctorado en Ciencias Mecánicas por la universidad de Cambridge, Inglaterra, además de sus otros equivalentes en educación, obtenidos en las universidades de Londres y Bangkok, lo ubican como uno de los profesionales especializados en pedagogía de mayor raigambre en la latitud asiática.

No es extraño saber que entre la multiplicidad de reconocimientos que ha recibido se cuenta el premio al Mejor Libro del Año, una obra escrita para chicos entre 12 y 18 años titulada Camino a la paz, que mereció los honores correspondientes de la comunidad de educadores y del gobierno tailandés. Sin duda alguna, su pasión es la docencia, y lo transmite en sus expresiones, su sentir, en su pausado tono de voz, encaminado a comunicar sus vivencias y el principio de su noble tarea: formar por medio de la enseñanza.

Lo conocí en India, en el año 2000, en el marco del Primer Congreso Mundial de Educación en Valores Humanos. El cónclave había reunido a los más conspicuos educadores del mundo, y yo, en calidad de periodista, formaba parte del pequeño puñado de ecuatorianos, entre los que se encontraba la doctora Rosalía Arteaga, ubicada entre los vips, por su condición de exmagistrada.

Al doctor Jumsai le cupo la conferencia inaugural y dejó a todos con el grato sabor de la hermandad cuando equiparó la labor del maestro con la luz del faro: “Debemos de guiar, conducir, enseñar con los cinco sentidos, enseñar con el corazón”. Considera que de todas las profesiones, la de enseñar “es la más delicada, la más noble, la más importante, la más difícil, pero la más gratificante”.

Lleva casi cuarenta años al frente del Instituto de Valores Humanos, ubicado a dos horas de Bangkok, lo cual le ha permitido implementar el programa Educare, que no es otra cosa que un concepto de aprendizaje como modelo de instrucción. A este respecto, enfatiza que los niños no son robots a los que se les introduce información que deben recordar. “Son seres humanos a los que debemos de inspirar, enseñarles a pensar y entrenarlos una y otra vez”, afirma.

En su modelo instructivo, el doctor Jumsai destaca la importancia del clima escolar y el rol del docente. Considera que el trabajo del maestro no radica solamente en el traspaso de la información de materias como Ciencias, Matemáticas, Historia o Geografía. “El trabajo del maestro es enseñar valores, sobre todo hoy que la televisión presenta mucha violencia, el maestro tiene el mayor papel, el de la responsabilidad”, dijo en una de las conferencias que dictó en Guayaquil, durante su primera visita a América.

El científico

Criado en Inglaterra, desde muy joven se dio cuenta de que siendo un peleador “fuera del ring” no iba a llegar a ninguna parte. Sonríe al comentar: Tenía 15 años “cuando supe que no iba a progresar nunca en la vida y comencé a calmar mi mente, aprendí a amar a todos, entonces dejé de andar peleando con todos y me convertí en alguien calmado y tranquilo”. Sus rasgados ojos se iluminan al rememorar el tiempo de estudios de Ph.D. en Cambridge, donde le asignaron una habitación que estaba al lado del cuarto que 300 años atrás había ocupado Isaac Newton. “Entonces comencé a soñar que yo quería ser un científico como Newton y me iba a sentar, igual que él, bajo la sombra del árbol de manzanas”. Fue cuando aprendió que el conocimiento llega cuando la mente está calmada y tranquila.

Años más tarde, el sueño se le hizo realidad al perseverante Art Ong, quien al solicitar un puesto en la NASA fue rechazado por no ser estadounidense. Finalmente, en 1970 logró ser aceptado y comenzó a ser formar del grupo de científicos que trabajaban para la comunicación con el mundo exterior. A pesar de su esfuerzo y entrega constante, no había logrado materializar el anhelo de contribuir con las altas expectativas que imponen los viajes a la estratósfera, y más aún, con los específicos requerimientos para llegar al planeta Marte.

A sus 75 años, Art Ong recuerda vívidamente, como si fuera ayer, su fascinante pasado: “Estaba en California, me fui a Big Bear, a la parte más alta de esta montaña en vista de que todas las pruebas científicas no me daban resultado, había trabajado fuerte haciendo todo tipo de experimentos, entonces pensé que si por los métodos tradicionales no lo había logrado, lo intentaría con la meditación. Ahí estuve cinco días y cuatro noches, con la mente quieta la supraconciencia me dio la información, a partir de ese momento sabía exactamente lo que debía de hacer”.

Educación humanista: el gran objetivo de Educare.

Fue cuando volvió a la recopilación de la información, al estudio del desarrollo de la teoría y a la creación del prototipo. Un tiempo destinado para la revisión y recreación del proceso lo llevó a ese paso gigante que es la exploración espacial. Le pregunto si considera que su trabajo es parte del desarrollo de la humanidad. Con su acostumbrada calma, Jumsai sonríe: “La meditación es fuente de sabiduría sin importar el tema que se esté tratando”, así responde a lo que él llama “el valor del silencio”.

En la historia de la investigación espacial, su nombre está escrito como el investigador, diseñador y creador del mecanismo de descenso automático que fue aplicado en el proyecto Vikingo, en las naves I y II que llegaron al planeta Marte en 1976. “Yo estaba durmiendo en Tailandia cuando el embajador de los Estados Unidos me hizo conocer que finalmente habíamos llegado a Marte”.

El educador

Deja atrás sus altos ribetes de científico para volver al reino de Tailandia, donde sus logros profesionales oscilan entre la cátedra universitaria, convertido luego en un prominente asesor de negocios y ser el secretario del ministro de Relaciones Exteriores de su país.

No obstante, nada es más importante para él que haberse convertido en pionero de este nuevo rumbo educativo: “Lo primordial radica en la actitud y buena formación de los profesores. No se le puede decir a un estudiante que no beba alcohol si el profesor lo está haciendo”.

Al respecto, Jumsai sostiene que solamente hay dos reglas de oro si se quiere ser un buen guía, en calidad de maestro, o un buen padre: “Número uno, ser un buen ejemplo, y número dos, regresar a la regla anterior”…

Aunque Art Ong sigue siendo budista, el programa Educare tiene carácter laico, es universalista y no responde a ninguna religión ya que propicia la fraternidad, permite tomar conciencia en los estudiantes de sus potencialidades, talentos y capacidades, permitiéndoles descubrir y aceptar que ellos serán los líderes que enmarcarán modelos para el futuro.

La experiencia de Educare en treinta países y cincuenta escuelas, de las cuales once se encuentran en América, desde Canadá hasta Tierra de Fuego, habla del autoconocimiento y de la autorrealización. Se privilegia el hecho de que debemos tener un carácter de cooperación en todos los actos de la vida, dirigir nuestros mejores esfuerzos para beneficio del bien común estimulando la reflexión y los principios éticos.

Este es un programa educativo en el que no existe la represión y mucho menos el castigo, son más importantes las rutinas recreativas y la toma de conciencia que la amenaza temeraria. A este nuevo reto se enfrenta el doctor Jumsai en el regreso a su patria, donde deberá entrenar a setecientos mil maestros por pedido del Ministerio de Educación del reino de Tailandia, actividad que no lo toma por sorpresa porque en las últimas décadas se ha dedicado a esta labor en los diferentes países que lo han solicitado.

Así se la pasa el doctor Art Ong Jumsai, viajando por el mundo con la más noble misión: instruir en lo académico pero con integridad moral; es una especie de camino lleno de verdad, lo que conduce a la rectitud; es como encontrarse con una nube llena de paz y amor y eso, claro, nos conduce a ese plano donde no hay violencia. ¿Será que ha llegado la hora de un mundo nuevo?

 

taller de valores

La metodología Educare puede ser adoptada por las instituciones educativas interesadas luego de la respectiva capacitación de los docentes. Esta no interfiere con el currículum escolar.

Existe un Curso Introductorio de Educación en Valores Humanos que dará inicio el 17 de mayo en Guayaquil con duración de 40 horas, los días sábados de 15:00 a 19:00. Adicionalmente habrá otro taller en Bahía de Caráquez.

Los profesores, profesionales o demás personas interesadas en asistir a cualquiera de estos cursos, pueden escribir al siguiente correo electrónico: educare@sathyasai.org.ec o llamar al teléfono: 229-6126, celular: 099-470-3940 para más información.

 

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