Paulita: La pescadora de Chuyuipe

11 de Marzo de 2012
Texto y fotos: Lorena León Velásquez

Gran parte de su vida ha transcurrido en el mar. Sus abuelos le enseñaron esta labor que dice no cambia por nada. En la actualidad ha expandido su negocio gracias a los frutos del mar.

Paula Favorita Roca Pozo considera que nunca fue una niña normal.  Recuerda que su diversión más grande en esa etapa de su vida  era entrar al agua, subir a un bote e ir a pescar con sus abuelos.

Ellos  fueron los maestros de este arte que lleva  impregnado en su ser por más de 47 años.

Y es que al hablar de la pesca, se piensa inmediatamente en el género masculino; pero en la comuna de Chuyuipe (provincia de Santa Elena), hablar de pesca es acordarse de doña Paulita, una mujer  respetada por los habitantes de esta playa  que conocen de su trabajo.

“Arre, arre Paulita, me decía mi abuelo cuando era hora de ir a pescar”, recuerda la señora Paula con ojos llenos de alegría al conversar de sus primeros pinitos en el agua. Asegura que nunca tuvo miedo de adentrarse en el mar, más bien siempre fue un gozo para ella desde que se inició con esta labor cuando tenía 12 años.

Prácticamente, según asevera, es la única mujer pescadora de esta localidad llena de hombres y mujeres que viven de lo que el mar les regala y lo que los comerciantes les ofrecen por su trabajo. Aproximadamente hace siete años han expandido su negocio por el creciente turismo, poniendo cabañas de comida típica, las cuales basan su menú en  lo que pescan.

‘¿Miedo al agua? Nunca’

“Yo nunca le he tenido miedo al agua. Uno aquí aprende desde chiquito rapidito a nadar porque aquí se vive de esto. No sé si a las otras personas con las que he pescado en el transcurso de mi vida les ha dado miedo, pero yo siempre fui una mujer arriesgada. A veces el bote regresaba primero y nosotros atrás”, comenta Paulita.

Ha cruzado toda  la Ruta del  Spondylus con botes de palo hasta con los más modernos que han mandado a hacer, eso sí, siempre supervisando su “mimado” medio de transporte en el agua.

La consigna era siempre madrugar (4 de la mañana) para irse, por ejemplo, un lunes y regresar siete u ocho días después casi a medianoche.

“Yo me iba cuando era pequeña con casi toda mi familia. Parábamos en algunas playas, hacíamos nuestras cabañitas en donde cocinaba mi mamita con la ayuda de dos piedras. Íbamos equipados con todo, además de los infaltables panes y colas”, dice esta pescadora.

Criaturas del mar

Churos, langostas, conchas, pescados de todo tipo, camarón, entre otros manjares del mar, son los que captura Paulita. Y aunque se la ve un poco frágil, manifiesta  que posee la fuerza necesaria para halar las redes de pesca y hasta para desembarcar todo al momento de llegar a tierra.

“Siempre he sido saludable, ahora último ya por la edad me duele lo normal (risas). Incluso tuve que parar un tiempo porque me operé de descenso de vejiga; pero por lo general mi salud está bien, los que me acompañan o yo acompaño vamos bien comidos, protegidos del sol y dispuestos a todo; incluso a toparnos con los grandes animales marinos”, expresa Paulita.

Ballenas que han volteado su bote, objetos voladores no identificados, luces extrañas en el cielo y hasta piratas, afirma haber visto. Ella, solo los observó y dejó pasar por alto; pues se considera una respetuosa del mar y de lo desconocido.

“Algo que sí no he visto; pero los veteranos del agua sí, son las sirenas. Dicen que habitan bien, bien adentro del mar”, agrega.

El otro lado de Paulita

“Yo pesco,  y lo hago bien ahora con las seis panguitas de fibra que tenemos; pero algo que sí nunca aprendí, y no me da vergüenza decirlo, es a cocinar. Me casé a los 21, ahí medio, medio se hacía el intento; pero luego me separé… así que no tenía mucha obligación para ello (risas). Eso sí mis papás que aún viven me ayudaron con mis tres hijos: dos varones y una mujer”, comenta.

De sus hijos, solo los hombres (Francisco y  Roberto) siguieron con la labor de la pesca. Anita María no tuvo los mismos gustos de su madre. Pero no importa,  Paulita se siente orgullosa de todos ellos; ya que ha visto cómo sus hijos y demás personas que viven en Chuyuipe progresan de a poco gracias a esta actividad.

Además confiesa no ser una mujer vanidosa. Le gusta estar sencilla y cómoda para el trajín del día; ya que  ahora atiende un local de su nuera que está dentro de un conjunto de pequeños restaurantes frente al mar, el cual se llama Cabaña Silvana, en honor a una de sus nietas (en total tiene diez).

Paulita también en su tiempo libre anda en moto y es  arquera en un equipo de fútbol de hombres y mujeres de la comuna: Juventus. Pero definitivamente no dejará de lado su amor por el mar y las redes, tanto así que después de la entrevista la quisimos buscar para despedirnos; pero nos dijeron que  había cogido sus redes y se había escapado a pescar.

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