Médico por naturaleza

08 de Junio de 2014
Texto: Sheyla Mosquera, Foto: Carlos Barros

Froilán Vázquez Calle, de 56 años, experto en medicina natural.Este doctor cuencano prefirió dedicarse a la medicina natural antes que a la convencional, porque está convencido de que las enfermedades realmente se curan.

Siempre alegre y con una disposición para hablar por horas, el doctor Froilán Vázquez Calle, de 56 años, experto en medicina natural, recibirá en los próximos días un reconocimiento al mérito científico y ayuda comunitaria por parte de la Universidad Panamericana de Medicina Natural de los EE.UU.

“Realmente no sé qué han analizado en mí, quizás porque he sido profesor en algunas partes por mucho tiempo, porque les he mandado mis investigaciones y porque han visto la cantidad de pacientes que sirvo con éxito”.

Le encanta ser maestro, asegura. Por eso de su natal Cuenca decidió radicarse en Guayaquil desde hace diez años para dictar clases sobre medicina natural en las instalaciones que prestó al Instituto Superior de Naturopatía Misaela Acosta Solís, cuya sede está en Riobamba, del cual es representante en esta ciudad y en Machala.

También se lo escucha en el programa Medicina total que transmite tvdigitalecuador.com, en el que comenta acerca de los diferentes tratamientos para curar las enfermedades e incluso menciona los efectos de la terapia nerual, aromaterapia, psicología del alma, entre otros métodos.

Su pasión por los tratamientos naturales, dice, lo ha llevado a algunos congresos no solo en calidad de conferencista, sino de oyente para aprender más. Por eso ha visitado algunos países como EE.UU., Francia, Bélgica, España, Portugal, Marruecos, Italia, Argentina, Chile y Perú.

“Toda la vida he sido un viajero empedernido. Siempre he querido investigar, porque pienso que la ciencia no da todo y es cuestión de uno profundizar”.

Su relación con la medicina natural, relata, no empezó por haber vivido en su niñez en las plantaciones de cebada y de maíz de propiedad de sus padres, Leopoldo Vázquez y Zoila Calle, sino después de haberse graduado de médico en la Universidad de Cuenca, por su propia decisión, ya que su progenitor deseaba que fuera sacerdote.

“Antes de graduarme ya hacía medicina comunitaria. Por los años 80 viajé al Oriente y conocí a los shuaras, ashuaras, taromenanes y aucas. Ellos curan con un conocimiento estricto de las plantas de la selva. Para ellos, cada planta, mineral, piedra o río es un espíritu y antes de usarlos se contactan con estos elementos y les piden permiso, por eso luchan por conservar el medioambiente”.

Él los admira por ser valientes al igual que a Hipócrates, El Padre de la Medicina, porque tuvo la visión que perdura hasta nuestros días de acoplar al hombre a la naturaleza. “Él dijo que la persona tiene una fuerza natural que la cura. Y para mí, el médico solo es un orientador”.

Incluso, afirma Vázquez, todas las enfermedades, incluido el cáncer, tienen un disparador. Ese gatillo es un conflicto emocional o físico, y de los dos el primero es el que más afecta. “Todo empieza en el plano energético, mental, cerebral y luego en el orgánico. Si alguien piensa en un trauma o problema con mucha frecuencia, lo somatiza, lo hace orgánico y afecta la zona más débil de su composición física”.

Una vez que el paciente se enfrenta al trauma, Vázquez le da las armas para que le gane a la enfermedad. “Así he curado algunos cánceres y han llegado a mí hasta personas con artritis sin poder caminar y luego se han parado. Pero también hay que comprender que no todos se curan”, recalca.

Toda la vida he sido un viajero empedernido. Siempre he querido investigar, porque pienso que la ciencia no da todo y es cuestión de uno profundizar”.

Cambiar alimentación
El secreto para sanarse, además de estar en la mente, está en lo que se come, menciona Vázquez. Cuando alguien empieza a alimentarse correctamente, permite que el cuerpo se cure. Pero ese camino debe ser suave para pasar a otra fase, es decir, a movilizar la energía. Se lo hace con terapia neural y luego se aplica el remedio, que puede ser una mezcla de plantas, alguna medicina o risoterapia, entre otras.

“Esa es una medicina más humana y tiene más éxito. El problema es que muchas veces cae en manos de inexpertos”.

Vázquez explica que el 75% de los alimentos que se deben consumir, sean vegetales, granos y frutos, tiene que estar crudo e integral, aunque la garantía de que sean totalmente sanos ya no existe por culpa de las radiaciones, fungicidas, pesticidas, químicos o abonos.

También sugiere tomar el agua en estado natural, ni fría ni caliente, al igual que las comidas. Incluso, ayunar una vez a la semana, es decir, no comer nada por un día, ya que el físico se agota y hay que recuperarlo.

Por último, comenta que antes de que nazcan sus hijos, Michelle (24), Juan Andrés (20) y Carolina (19), ya sabía con su esposa, Bernarda Crespo, que iban a tener varón o mujer por la clase de alimentación que habían seguido. “Ellos son brillantes. La mayor se está graduando de tres carreras que estudió al mismo tiempo: estudios internacionales con mercado internacional, abogacía y estudios políticos, y los otros dos están en segundo año de Medicina”.

Todas las enfermedades, incluido el cáncer, tienen un disparador. Ese gatillo es un conflicto emocional o físico, y de los dos el primero es el que más afecta”.

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