Martín Peña: Escultor y escultura

01 de Noviembre de 2015
Diana J. León

Martín Peña, integrante del Teatro del Cielo junto con Yanet Gómez, presentó su libro Raíz y proyección del pensamiento corporal.

Al llegar a Londres en 2006, Martín Peña planeaba solo perfeccionar algunas cositas. “Yo creía que ya lo sabía todo”, admite el actor cuencano de 33 años. Ya había montado un espectáculo solo en escena, sin palabras. Hombre y sombra duraba una hora y 15 minutos y le había servido como prueba de ingreso para ser admitido en la International School of Corporeal Mime en Londres, Inglaterra. Pero cuando llegó le dijeron: ¡Para!, vamos a entender de dónde sale un impulso para dar un paso. “Fue como comenzar desde cero”, recuerda.

¿Por qué estudiar mimo corporal? ¿Por qué no ser un actor convencional? Quizás la culpa sea del mimo que Martín vio por televisión cuando tenía 8 años. “Quedé encantado”, dice. “Un cuerpo ordinario haciendo cosas extraordinarias, me parece increíble. Que haga cosas que parecen mágicas y que te transporten a otro lugar”.

En esa búsqueda de la magia corporal Martín se encontró con el break dance, imitaciones de Michael Jackson (al ritmo de Billie Jean), pero su formación formal comenzó en 1998, al unirse al grupo El Quinto Río de la Casa de la Cultura de Cuenca. Sus maestros fueron, entonces, Fidel Román y Paula Aguirre. “Tuve la suerte de empezar con ellos porque ellos también buscaban una expresión distinta del cuerpo, un lenguaje distinto al realístico”, comenta Martín.

La primera obra que presentaron fue una fábula infantil ambientada para la calle: Redoblante tío conejo y los leones. “Hicimos un montaje de zancos, con música en vivo, máscaras. No era solo la acumulación de cosas, fue una verdadera investigación del cuerpo junto al elemento”.

Pensó en obtener un título profesional y se inscribió en la carrera de Artes Escénicas de la Universidad de Cuenca, pero confiesa que el contenido del pénsum lo desanimó.

En su lugar eligió continuar su formación en distintos talleres y agrupaciones. Así se integró a Mudra, junto con Yanet Gómez y Leopoldo Morales. Los tres se trasladaron a Guayaquil.

Siguiente parada: Londres

En 2005 Martín presentó su espectáculo Hombre y sombra en el Teatro Centro de Arte y el video de esta presentación fue la clave para ser aceptado en Londres y estudiar mimo corporal dramático.

Para entonces, Martín y Yanet ya integraban la compañía que fundaron como Teatro del Cielo. “Yanet y yo sentimos que el Teatro del Cielo nació junto con esa obra, en 2004. Ese fue el comienzo de nuestra compañía”, comenta.

¿Por qué llamarlo ‘del cielo’? Porque su objetivo en escena, explica Martín, es que el movimiento del actor sea imperceptible, que el espectador se involucre en un viaje dramático y que no perciba la técnica. “Tal como el cielo cambia de colores y de formas”, dice. “Vemos que cambia, sentimos que cambia, pero no percibimos el proceso. Queremos que sea un trabajo muy orgánico”.

Y así Martín llegó a Londres (en el segundo año se le uniría Yanet). “Regresé a convencerla de irnos los dos juntos. Vendimos todo lo que teníamos, nos fuimos sin nada, y allá conseguimos trabajo y así logramos pagarnos una escuela completa en una de las ciudades más importantes del mundo. Eso es algo que me enorgullece muchísimo”.

Sus maestros fueron Steven Wasson y Corine Soum. Los últimos asistentes del actor y mimo francés Étienne Decroux.

Martín se graduó en 2009 y con Yanet regresaron al país a trabajar nuevos montajes de su compañía.

Desde entonces, se han presentado en los escenarios más importantes de la ciudad y también han sido invitados a festivales internacionales. Entre los países que han visitado están Chile, Colombia, Panamá, Uruguay, República Dominicana, España, Cuba, Argentina, entre otros.

Necesidad de publicar

Durante todas estas giras y presentaciones, Martín acumuló numerosos apuntes que los reservaba para sí mismo. Notas, cuadernos, dibujos e ideas que este año se resumen en su libro Raíz y proyección del pensamiento corporal.

El libro fue presentado oficialmente en junio de este año en el Teatro Sánchez Aguilar (donde su compañía tiene un taller permanente de mimo corporal, todos los lunes y miércoles), en el marco de la presentación de Lautaro.

El empujón final para decidirse a escribir ocurrió en 2010, mientras él y Yanet se encontraban en Uruguay, le llamó la atención un pequeño debate en el que las participantes intentaban etiquetar el trabajo del Teatro  del Cielo. “Decían: No es teatro convencional, no es danza, no es mimo...”, recuerda Martín. Entonces entendió que se necesitaba información. “Si yo hablo, no sería suficiente, un taller, tampoco... Había que publicar algo”.

Alberto Kurapel, actor, director, dramaturgo y poeta chileno (y amigo cercano), fue el encargado de redactar el prefacio de esta obra.

El libro se divide en cuatro capítulos: El teatro del futuro o el futuro del teatro, el lenguaje físico, el viaje dramático y, finalmente, puntos técnicos, el cual incluye algunos ejercicios. “Pero estos movimientos son como cuando el músico aprende las escalas”, aclara Martín. “Al inicio todo parece muy rígido, te sientes atrapado, pero en el futuro eso representa la libertad de actor”.

Esta primera publicación, dice Martín, estructura las bases generales del lenguaje que quiere manejar. Y afirma que en su siguiente libro profundizará en su propio estilo. “La técnica puede estudiarse y cada cual toma su propio rumbo. Este libro es una puerta abierta, un estímulo para que cada quien descubra su estética, pero quiero hablar del teatro que yo quiero hacer”. Su entusiasmo hace que revele anticipadamente el nombre: Entre el Teatro del Cielo y la Tierra. (I)

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