Las Lolitas hablan de Dolores

21 de Septiembre de 2014
Katherine Mendoza Antón

La rectora del desaparecido colegio Dolores Baquerizo es recordada por sus alumnas, quienes alistan un encuentro.

El sábado pasado en una reunión informal, Las Lolitas: Martha Riofrío (i).

Firme en sus convicciones. Así es Lolita Baquerizo Valenzuela, la mujer de la que cientos de guayaquileñas han adoptado su nombre para identificarse e identificar agrupaciones sociales y de amigas. En Facebook hay tres cuentas vinculadas a su identidad.

Ella ha hecho de su nombre un legado. Desarrolló una relación casi maternal con las alumnas que pasaron por el colegio Dolores Baquerizo, al que no solo dio su nombre y fue su rectora, sino que dedicó 23 años de su vida, desde el día en que lo abrió en 1952.

Graduada del colegio La Inmaculada, Lolita, una joven de vestir sobrio y elegante, se vinculó a la Escuela Primaria Municipal, que más adelante se convirtió en el Colegio Municipal Profesional de Señoritas, donde comenzó como inspectora hasta convertirse en rectora.

Sus conocidos la recuerdan como una mujer agraciada, a la que la juventud no atemorizó ante grandes retos, por ello no sorprendió cuando a sus 38 años de edad, aproximadamente, apoyada en un grupo de maestras, inauguró el plantel del que hizo su trabajo, su casa y su familia. Las alumnas fueron sus hijas y con ellas cada 8 de septiembre celebró su santo. Violeta Saavedra, de la promoción 1963, recuerda que el festejo era en el Country Club.

Dolores Baquerizo en la última entrega de títulos.Y con esas hijas que ganó en las aulas se prevé una reunión este fin de mes, tras casi 40 años de la desaparición del Dolores Baquerizo. Nació en febrero, pero la costumbre de conmemorar su santo este mes se mantiene en el recuerdo de las Lolitas, como se hacen llamar sus exalumnas, quienes programan una misa de acción de gracias en la iglesia María Auxiliadora para el próximo sábado, a las 11:00.

Los encuentros del grupo son anuales. El año pasado fueron unas 400, rememora Genoveva Zavala. Pero individualmente visitan a Lolita y entre las amigas de promoción suelen reunirse una vez por semana y siempre están presentes los días del colegio, asegura Violeta.

Los 1,60 metros de estatura y los ojos verdes intensos fueron suficientes para imponer respeto entre las jóvenes. Anita Ricaurte, psicoanalista y catedrática de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, reflexiona en la influencia en el campo de la educación que pudo tener Lolita en su vida: “Es muy recta, pero tiene una actitud firme, sin ofender. Sabíamos que si nos salíamos de la raya, nos la íbamos a ver con ella”.

La Rosa de Plata 2013 de revista Hogar fue para Lolita.Una mirada era suficiente para corregir, aunque también el colegio, guiado por aquella mujer de piel muy blanca, imponía castigos pedagógicos. Cuántas veces Violeta, quien se confiesa inquieta, debió escribir páginas tras páginas de mecanografía. Eran copias que también dejaban enseñanzas, alega Martha Riofrío.

Y vienen a su mente las anécdotas: Un día, una compañera que no quería subir hasta el aula le pidió lanzar sus libros, Martha lo hizo desde el tercer piso y el ruido al caer alertó a Lolita, quien exigió a la alumna dar el nombre de la responsable, pero se negó y fue castigada. Al darse cuenta de lo que ocurría, Martha bajó y confesó, entonces las largas planas fueron para ella, pero también el aprendizaje de vida, la honestidad y la lealtad en evidencia.

El lazo que desarrolló Lolita con las exalumnas es tan fuerte que aun las que no estuvieron más de un año en el colegio la recuerdan y mantienen la amistad. Es el caso de Lupe Contreras, quien radica en Madrid, España, y cuenta que el próximo año la reunión del grupo “Lolitas en el exterior” será allá.

La ceremonia de graduación en enero de 1975.

Los Lolos

Las Lolitas no escatiman en elogios para su rectora. Beatriz Huerta, quien fuera reina estudiantil, dice que no les prohibía relacionarse con chicos, al contrario, a la fiesta anual iban con amigos o novios. Cuando las manos estaban mojadas (sudadas), era señal de que debían retirarse. Fue el consejo de Lolita, cuenta Beatriz. Violeta añade que la rectora exigía que le presentaran a los pretendientes y “los calificaba”. De hecho, precisa, nosotras somos las Lolitas y nuestros esposos se convirtieron en los Lolos.

¡Cómo olvidar los horarios! Eran de doble jornada. Genoveva cuenta que iban a clase de 07:30 a 11:30 y de 13:30 a 17:00. Con su experiencia como maestra y rectora del colegio Alemán, destaca la disciplina que Lolita inculcó. “Nos transmitió su entereza”, dice de quien para ellas es un referente.

Adiós al plantel

El cierre del colegio, rememora el grupo, se dio por decisión de Lolita al jubilarse. Hubo la propuesta de maestros de tomar la posta, pero con firmeza ella vendió el edificio ubicado en Luque y Carchi. Mantener el prestigio de su nombre pudo ser otro motivo, especulan.

Un álbum guarda las memorias del colegio y las palabras de Lolita en la última ceremonia: “Ahora parte nuestra última graduación. La vemos partir con el mismo orgullo con que vimos las anteriores (...). Adiós a lo que en este momento ustedes simbolizan y compendian: el recuerdo profundo de 23 años de labor docente en los que aprendimos a conocernos y a escuchar los lazos que nos unen”.

 

Reconocimientos de Guayaquil

La labor de Dolores Baquerizo ha tenido el reconocimiento de las autoridades. En octubre del año pasado el Cabildo le otorgó la presea Municipalidad, destacando la labor como educadora.

En la aprobación de las preseas se menciona que es nieta de Alfredo Baquerizo Moreno, ex presidente de la república (1916-1920) y Fundadora del colegio que llevó su nombre.

La Revista Hogar distinguió a Lolita Baquerizo con la Rosa de Plata 2013.

 

  Deja tu comentario