Eugenia y Vicente López: Herederos del deporte de los reyes

02 de Diciembre de 2012
Texto y fotos: Jorge Martillo Monserrate

Los hermanos López Cañarte forman parte activa del apasionante mundo de la hípica guayaquileña.

Son hípicos de pura sangre. De niños iban al hipódromo de la mano de su padre. Ahora acuden todos los domingos y continúan editando La Fija, revista hípica fundada por su progenitor hace 56 años.

Ese domingo, la primera carrera va a comenzar en el hipódromo Miguel Salem Dibo, conocido como El Buijo (km 10,5 de la avenida Samborondón). Todos fijan sus miradas en el partidor, de donde jinetes y caballos están a punto de largar. Cuando arranca la carrera, el público alienta a su caballo. Los hermanos María Eugenia y Vicente López Cañarte, guayaquileños de 54 y 52 años, respectivamente, también disfrutan de la competencia, pero con la mirada crítica del periodista.

Su historia empezó a correr en 1956 cuando se inauguró el hipódromo Santa Cecilia, en Los Ceibos. Un grupo de periodistas, Raúl Ochoa, Nicolás Martínez y Ricardo López Manosalvas, fundó La Fija. A comienzos de los años sesenta, López Manosalvas fue el director único. Así hasta enero de 1986, cuando falleció. Sus hijos le prometieron que continuarían con la revista.

Tardes dominicales de hípica

María Eugenia y Vicente recuerdan que desde muy pequeños iban al hipódromo Santa Cecilia, donde con otros niños jugaban a ponerles nombres a los caballos y a sus jinetes favoritos.

Año tras año se fueron formando. No solo bajo la batuta de su padre, sino también con las enseñanzas de Nicolás Martínez Aragón, Raúl Chávez Esquivel, Jaime Rodríguez Peñafiel, Humberto Salinas, José Moreira Moreira, entre otros integrantes de la Asociación de Cronistas Hípicos del Ecuador.

Ese domingo nuestra conversación se da en los intervalos de las carreras. La Fija con sus 56 años es una de las revistas hípicas más antiguas de Sudamérica, pero siempre se está renovando para llegar a más lectores. Su web es www.revistalafija.com y se encuentra en las redes sociales.

“La revista tiene toda la información y las estadísticas que necesitan los aficionados”, dice Vicente, quien además publica los jueves una columna hípica en Diario EL UNIVERSO y junto con Juan Govea conduce el programa ‘El informador deportivo’ en radio Z1. “Al leer La Fija, el hípico puede sacar su conclusión de qué caballo va a ganar”. En la publicación también colaboran Luis Vayas Amat, a quien consideran un padre espiritual, y su primo Miguel Guerrero.

María Eugenia, la única periodista hípica del Ecuador, alma y directora de la revista –junto con Vicente– desde hace 25 años se desempeña como jefa de Prensa y Relaciones Públicas del hipódromo Miguel Salem Dibo y ha visitado importantes hipódromos internacionales. “Todo eso gracias a que mi padre desde pequeños nos inculcó la hípica a Vicente y a mí”, afirma, mientras los aficionados en los graderíos consultan la revista y observan los caballos antes de apostar. “Te vas involucrando viendo correr a los caballos, conoces a los jinetes, las historias y te enamoras de los caballos. Es un don que tiene el periodismo. Tú haces grande a los caballos que no son tuyos. Ves su grandeza en la pista y tienes la facultad de decirle a la gente aquí está un campeón”.

Desde el domingo de carreras, los hermanos López Cañarte empiezan a forjar el próximo número de La Fija. “Es el resultado de nuestro trabajo, decimos aquí está La Fija, la gente va y la busca”, dice María Eugenia López de Rojas.

Dando una vuelta por el hipódromo, Vicente dice que asistir a las carreras es vivir cuatro horas de emociones –las carreras son desde las 14:00 hasta máximo las 18:00-, el ingreso es gratuito, los aficionados acuden en familia y no es una obligación apostar en el “Deporte de los Reyes”, llamado así porque se inició en Inglaterra, siendo el deporte favorito de la realeza.

Comenta que los domingos normalmente acuden unas 3.000 personas, pero cuando hay buenos clásicos llegan hasta 5.000. Recuerda a grandes caballos de años pasados como Señorita, Galeno, Mientras Tanto, Algarrobito, Nevera, Fanfarrón. Dice que el mundo de la hípica está habitado por historias y personajes extraordinarios. Evoca a Carlos Gardel, quien como hípico irónicamente afirmaba que su vida la había pasado entre caballos lentos y mujeres rápidas.

Es Gardel quien canta Por una cabeza, de Alfredo Le Pera, tango que es como el himno de los hípicos y cuya última estrofa dice: “Basta de carreras, se acabó la timba,/ un final reñido yo no vuelvo a ver,/ pero si algún pingo llega a ser fija el domingo,/ yo me juego entero, qué le voy a hacer”.

Esa tarde dominical, observando a los caballos de la próxima carrera, me presentó a Leonardo Mantilla Aponte, quien en 1966, cuando era jinete, en una carrera de 2.000 metros montando a Gardenia derrotó al uruguayo Irineo Leguisamo, quien conducía a Atahualpa, considerado uno de los mejores jinetes de todos los tiempos.

Pero no todo es historia. Esa tarde, el joven jinete Joffre Mora ganó su carrera 69, así continúa rompiendo el récord de triunfos logrados en un año en el hipódromo Miguel Salem Dibo, marca que le pertenecía, casualmente, a su padre, Alberto Mora, quien durante 1990 alcanzó 66 victorias.

Ese día después de la última carrera, cuando los hípicos emprendieron su retorno a casa, les pregunté a los hermanos López Cañarte si existe un domingo sin hípica. Inmediatamente, María Eugenia habla por los dos: “No. Para el hípico es difícil. Todos los domingos del año hay carreras. El que es hípico, es hípico y eso se respeta”.

Hoy es domingo y ambos estarán en el hipódromo disfrutando y analizando las carreras. Preparando la próxima edición de La Fija tal como se lo prometieron a su recordado padre.

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