En Playas: ‘Pandilla’ vuela alto

08 de Septiembre de 2013
  • Jonathan haciendo un doble tailwhip: hace girar la bicicleta dos veces desde el manubrio.
  • Jonathan posee un estilo suburbano que remata con un pelo teñido de anaranjado. Siempre usa casco y canilleras.
  • Jonathan, su mamá (Narcisa) y su hermano Ricardo frente al comedor que pensaban abrir ayer en Playas, en las calles Jaime Roldós y la Ocho.
  • Jonathan ganó el tercer lugar en un torneo en México, el 15 de junio anterior.
Moisés Pinchevsky

Jonathan Mosquera Camacho se dedica a invocar al ave que lleva dentro. Es un campeón de BMX estilo libre que pedalea por espacios suicidas para huir de la marginalidad, como si fuera una pirueta más que le exige la vida.

Este joven afroecuatoriano de 20 años de edad ha ganado segundos y terceros lugares en torneos internacionales de BMX estilo libre disputados en Colombia, Perú, Chile y México.

Por ello, si esta disciplina tuviera en Ecuador la misma importancia deportiva que inspira el fútbol, el playense Jonathan Mosquera Camacho quizás tendría el perfil mediático de un Antonio Valencia, un Jefferson Montero o un Cristian Noboa.

Pero no es así.

Así que este ciclista extremo no se encuentra fichado por algún club del exterior, ni recibiendo como sueldo decenas de miles de dólares, ni convocando a multitudes que lleguen a despedirlo o recibirlo en el aeropuerto.

Quizás también tendría un sobrenombre más ‘chic’, como la Turbina o el Zar (motes de Montero y Noboa), y no aquel apodo de masa suburbana que lo identifica desde hace cinco años: Pandilla.

“Me dicen así porque siempre ando con todos mis amigos; somos pura unión”, indica este joven, quien desde hace cinco años sabe pedalear en el espacio insólito que conecta los suelazos sangrantes con el podio ganador.

Sus primeras piruetas

Pandilla comenzó a elevarse por el cielo quizás porque no se sentía bien visto en la tierra. Desde los 10 años de edad, debido a la falta de recursos económicos, Jonathan intentaba acumular monedas cuidando carros, vendiendo caramelos en los buses, limpiando monte a golpe de machete y como ayudante de albañil.

“Era jodido. La gente a veces me ignoraba por ser negro. Pensaban que podía ser ladrón o un vago. Pero yo seguía porque quería ayudar (con dinero) en mi casa”, indica Jonathan, el cuarto de seis hermanos, sobre esa vida que llevó hasta que un gran amor de dos ruedas lo sacó de las calles para ponerlo a volar.

Ese romance comenzó cuando Pandilla veía a sus compañeros del colegio 15 de Agosto (Playas) practicando malabares bici sobre la vereda. “Hacían trucos sencillos, pero bacanes. Yo los veía y decía: Eso quiero hacer yo”. Pero para ello debía comprarse una bicicleta (que no tenía) con el dinero (que le faltaba) para luego soñar con hacer saltos (que parecían imposibles) y que lo ayudarían a ganarse el respeto (que nunca inspiró).

Pandilla, entonces quinceañero, comenzó a conquistar esa cadena de improbables trabajando como mesero en el restaurante donde su mamá laboraba cocinando. “Yo limpiaba mesas, hacía mandados, y todo lo que ganaba lo guardaba. Finalmente reuní $ 80 que sirvieron para comprarme una bici usada que me vendió un amigo”, señala como el primer gran logro que lo llevaría a dedicarse a la estética del exhibicionismo callejero.

PANDILLA from Green Diablo on Vimeo.

Dedicación absoluta

Como aquellos meses coincidieron con la apertura del Skate Park (parque con rampas) de Playas, Jonathan empleó todas sus horas para elevarse por aquel escenario que se volvió su segundo hogar.

“Al año participé en un concurso y me gané una bicicleta original (especial para estilo libre)... Mejoré la técnica porque con mis amigos fuimos a pedir colchones en los hoteles, a recogerlos en el basurero, para poder construir una gran cama en donde caíamos cuando practicábamos los saltos mortales”, dice sobre esa iniciativa que emprendió con una docena de bikers (ciclistas) que sentían la misma pasión por las acrobacias, entre ellos sus panas Ángel Mena, Wilson Barberán, William Ojeda, Christian León y Stalin Muentes.

Esa es parte de su pandilla.

La vida es para luchar con todo. Solo lamento haber dejado el colegio. Pero pienso regresar y luego estudiar diseño gráfico”, Jonathan Mosquera Camacho

Con ellos también pedaleaba hacia Engabao o El Morro para derrochar juventud y entusiasmo en saltos insólitos que aterrizaban en lagunas naturales. “Bacancísimo. Era pura adrenalina”, cuenta.

Con tantas emociones en un deporte que recién estaba explorando, Pandilla se sintió como aquel primer hombre que descubrió el fuego. ¡Y de la emoción quiso incendiarlo todo! La primera víctima en llamas fue su escolaridad, ya que abandonó el colegio en el cuarto año para dedicarse 100% a su deporte.

Su mamá, lógicamente, se enojó por tremendo desatino académico. Pero como consuelo vio que su hijo comenzaba a colgarse medallas de campeón y a ganar más dinero que llevaba a la casa para apoyar con la economía familiar.

Las ganancias llegaban como premios de torneos en Playas y dentro del país, además de exhibiciones en el Skate Park.

Por los torneos

Jonathan Mosquera Camacho, playense de 1,73 metros de altura, 160 libras de peso, de apariencia huesuda y figura espigada rematada de un pelo teñido de anaranjado zanahoria, ha sabido entender que la vida odia el miedo.

Por ello nunca se desanimó a pesar de todos los accidentes que lo estrellaron contra el cemento dejándole, por ejemplo, cejas partidas, rodillas cortadas, codos rasmillados e incluso un hueco profundo en el pie izquierdo, tras clavársele un fierro de la llanta trasera. Parece que tuviera el cuerpo anestesiado.

Incluso, dice, pudo haber muerto. “Fue hace como dos semanas. Me golpeé tan fuerte en la cabeza que reboté como 30 cm. El casco me salvó la vida”, recuerda.

Es el riesgo de desenfundar trucos para exhibirlos en el aire, en el espacio suspendido que usa como sitio de trabajo y vitrina que lo ha llevado a recibir invitaciones para competir en diversas ciudades del país, quedando generalmente en el primer lugar de su categoría, además de participaciones en Trujillo (Perú), Tuluá (Colombia), Puerto Arenas (Chile) y México D.F., donde ha ocupado la segunda y tercera posición en los podios.

William Apolinario, presidente del Playas Club Surf, ha sido un apoyo para tales triunfos, ya que lo ha ayudado económicamente y a conseguir auspicios que le han solventado los viajes al exterior. “Con solo verlo es obvio que tiene un gran talento para la bicicleta. Llegará muy lejos, pero necesita más auspiciantes”, indica sobre esa habilidad que hoy recibe el espaldarazo de Pony Malta, del Municipio de Playas y de las tiendas de deportes urbanos ArtExtremo (Quito) y XM Sports (Cuenca).

Tal confianza ha sido el premio por sus acrobacias, que aunque insólitas, Pandilla realiza con tanta facilidad que parecería que vienen incorporadas a la bicicleta.

Sin embargo, aún puede recibir rechazos, incluso en el Skate Park, su mismísimo reino de piruetas. Como el de aquella joven turista de Guayaquil que al observar al grupo de bikers en el parque de saltos decide no acercarse. “Mírelos. Parecen vagos, peligrosos”, se excusa, prefiriendo dirigirse a la playa, cruzando la calle.

Pandilla está acostumbrado a saltar también esos obstáculos sociales. “La gente es prejuiciosa, discrimina y puede ser mala”, considera. Es como si su piel y su condición social fueran un vehículo que debió haberlo llevado a la delincuencia, a las drogas o el alcohol. Pero dice no tener vicios, “solo la bicicleta, la adrenalina”.

¿Cómo les tapa la boca a los prejuiciosos? Con triunfos, como aquel segundo lugar que obtuvo en Punta Arenas, destacándose entre unos 60 competidores. “Eso fue hace como un año”, indica sin interés, sin temor a equivocarse, como si solo se exigiera la perfección sobre su bicicleta.

Resulta comprensible. Ese es el camino que ha escogido para lograr convertirse –alguna vez en su vida– en el número uno.

 

Hoy compite en México

Los grandes torneos de BMX estilo libre son por invitación. Por esa vía, Jonathan Mosquera Camacho, quien suele participar con el apellido de su mamá, concursa desde ayer en el BMX Cuerna Style (Cuernavaca, estado de Morelos, México). “Voy con todo para ganar. El nivel que se observa en estos eventos es muy alto; cuando comenzaba a viajar me decía: ‘¿Qué hago aquí? Estos manes son demasiado buenos’. Pero estoy entre los mejores”. Estos eventos suelen superar los 300 competidores en categorías novatos, expertos y profesionales. Jonathan se ubica en esta última serie, porque se dedica a esta actividad.

En estos certámenes, Pandilla respeta mucho a adversarios como Kevin Peraza, A.J. Anaya (ambos de México) y Daniel Dhers (Venezuela), considerados entre los más hábiles. Pandilla piensa reportar el resultado del torneo en Facebook. Buscarlo como Jonathan Camacho.

 

 

  Deja tu comentario