En La Pila: Memorias de barro

18 de Diciembre de 2011
  • Hugo Bailón G., uno de los mejores ceramistas de piezas precolombinas de La Pila.
  • Al pie de la carretera ofrecen varios productos.
  • Omar Bailón Q. preside la Asociación de Ceramistas de La Pila, donde su abuelo y padre fueron artesanos.
Texto y fotos Jorge Martillo Monserrate

Su historia está hecha de barro. Los ceramistas de La Pila, ayer y hoy, han amasado la historia de sus vidas con lodo fresco y milenario.

Ellos hace casi cincuenta años empezaron forjando réplicas de figuras precolombinas que algunos vendían como auténticas. Después crearon pesebres y escenas típicas de su comunidad. Ahora realizan piezas decorativas que las tiendas ofrecen a los turistas. Pero estos artesanos manabitas están volviendo a amasar piezas de su cultura costeña porque saben que esa es su raíz.

Ese domingo, después de admirar  los majestuosos ceibos que están en el camino, llegamos a La Pila –a escasos 10 kilómetros de Montecristi–. El sol ilumina  un puñado de tiendas que en la carretera ofrecen cerámica decorativa y réplicas de figuras precolombinas.

La parroquia rural La Pila debe su nombre a una vertiente de agua, transformada ahora en una turística piscina pero que antiguamente fue un lugar sagrado que recibía ofrendas. Se cree que fue descubierta por vaqueros tras ganado extraviado que encontraron bebiendo agua en dicha pileta. Se radicaron en el sitio al que nombraron Chivive, por la gran cantidad de chivos existente  en los alrededores.

Cuentan los ceramistas que en los años sesenta a causa de una cruel sequía, sus abuelos y padres agricultores  se dedicaron a la cerámica para subsistir. Empleando como moldes piezas auténticas precolombinas realizaron réplicas. La habilidad de ceramistas la heredaron de sus más remotos antepasados.

Así hasta inicio de los años ochenta, cuando Jacqueline de Munizaga, del Museo del Banco Central de Manta, les propone crear estatuillas con motivos actuales. Empiezan con pesebres montubios y después reproducen escenas de su comunidad: las cantinas, el parto, el aguatero, el leñador junto a su burro y otras que artísticamente daban cuenta de su forma de vida.

No olvidan sus raíces

El tiempo ha pasado. Ese domingo nos informan que desde el 2005 están agrupados en la Asociación de Artesanos Productores de Cerámica La Pila, cuentan con un amplio local, asesoría de la fundación MCCH (Maquita Cushunchic Comercializando como Humanos), hornos a gas y ahora son proveedores de las tiendas de la carretera y de los que solicitan sus servicios.

Como estos ceramistas no olvidan sus raíces, Hugo Bailón Gómez, 58 años de edad, cuenta que aprendió el oficio de su padre, José Bailón Franco, y sus hermanos mayores. “Primero no sabía nada, comencé cortando la leña para el horno. Luego me pusieron a pulir las piezas mientras veía cómo mis hermanos hacían a mano las figurillas”. Ellos moldeaban el barro fresco a mano y también utilizaban cuchillos, espátulas, esteques de madera, clavos, reglas. Secaban las piezas al sol, las pulían con piedras de río. Las pintaban con colores naturales y quemaban en horno a base de leña. Cuando estaban cocidas, las volvían a pulir pero con bacerola para darle más brillo.

“La gente, desesperada porque no tenía cómo obtener recursos, empezó a trabajar en esas cerámicas”, afirma Bailón, y recuerda que traían el barro de El Páramo, Santa Rosa y otros lugares cercanos.

Dice que Luis Landívar, un señor de Guayaquil, una vez les trajo figurillas precolombinas eróticas y casi todas las familias de La Pila empezaron a reproducir exclusivamente para él que las vendía en el extranjero. “Nos traía dinero y también ropa de medio uso, eso fue más o menos en 1975”, cuenta el ceramista. Pero cuando Landívar se hizo evangelista, terminaron esos pedidos. Refiere que en los años ochenta elaboraron escenas costumbristas, ejercicio  que los ayudó a ser creativos y no simples copistas, aunque hacia el 2000 comenzó a decaer ese mercado y empezaron a “hacer piezas utilitarias y decorativas, pero eso sí, sin olvidar nuestras piezas precolombinas”.

Ahora con el impulso de la historiadora Tatiana Hidrobo están volviendo a hacer réplicas precolombinas que son la real memoria de la cultura costeña y porque les interesa a los turistas extranjeros, especialmente a los que llegan a Manta en los cruceros.

Indago sobre la legendaria pileta en cuyo interior se depositaban piezas de cerámica y Hugo Bailón expresa: “Cuenta la historia que la fuente cuando alguien se llevaba alguna figurilla ya no subía agua, entonces había que averiguar quién tenía la figurilla y que la devolviera, entonces el agua otra vez volvía a brotar”.

Es el presidente de la Asociación de Ceramistas. Omar Bailón Quijije, de 33 años, mientras con barro fresco moldea una figurilla, cuenta con orgullo que su padre, Demóstenes Bailón Gómez, fue su maestro. Su padre, al igual que su abuelo, hacía réplicas de las culturas Chorrera y Guangala, ídolos de la cultura Manteña y las famosas Venus de Valdivia. Dice que actualmente los artesanos de la asociación elaboran piezas decorativas que no son de barro,  ni hechas a mano, sino que son de balbotina, una resina líquida que es vertida en moldes de figuras y diversos objetos utilitarios.

Esas piezas después de ser limadas van al horno y luego le dan color con pintura acrílica. “Como artesanos empezamos a trabajar en esa cerámica decorativa porque sí llamaba la atención del cliente nacional, al extranjero le interesa lo precolombino”, afirma.

Pero los ceramistas también están volviendo a las réplicas precolombinas. En octubre se organizó la feria Rescate de las piezas precolombinas, en la que participaron 25 ceramistas locales; el objetivo era  socializar sus artesanías ante los miembros de la Cámara de Comercio de Manta, Ministerio de Turismo y otros.  “Ese evento nos incentivó a que nos dedicáramos más a lo precolombino para que no decaiga esta tradición”, dice Omar Bailón.

La historia de los ceramistas de La Pila está hecha de barro, de un barro milenario y profundo como una raíz.

 

  Deja tu comentario