El zapatero de los deportistas

15 de Enero de 2012
Texto y fotos: Jorge Martillo Monserrate

Desde cuando se practicaba el fútbol con zapatos de cuero y pupos de suela,  Calzado de Fútbol Espinel empezó a ser una tradición.

Eran los años cuando se jugaba fútbol con botines de color negro hechos de cuero y  con pupos de suela. En Guayaquil, además de Barcelona y Emelec, existían numerosos clubes que practicaban el más popular de los deportes.

Se podría decir que así estaba el partido cuando el zapatero Humberto Espinel Albán decidió jugársela por la zapatería deportiva.

El 25 de julio de 1952, en un humilde chalecito de caña –al lado del Capwell, en aquel entonces el único estadio de la ciudad–, empezó a funcionar Calzado de Fútbol Espinel. A ese local de San Martín 1215 y Pío Montúfar llegaban los dirigentes de Barcelona, Emelec, Nueve de Octubre, Everest, Norteamérica, Patria, entre otros más y los mejores futbolistas de entonces, todos tras los botines de fútbol y también por balones, canilleras y guantes para arqueros que Humberto Espinel confeccionaba.

Eso lo recuerda Jonás Espinel Vera, de 57 años y actualmente a cargo de esa legendaria zapatería deportiva.  “Mi papá me enseñó a poner los pupos, la fibra y a hacer el terminado. Pero no aprendí a aparar ni a plantar porque yo era el hijo del dueño y estudiaba”, cuenta mostrándome una foto tomada en la cancha del estadio Modelo donde aparare su padre junto a Alberto Spencer, quien hacía goles con botines Espinel.

Leyendas de nuestro fútbol como Enrique Raymondi, Carlos Raffo, José Vicente Balseca, Washington Muñoz, Vicente Lecaro, entre otras figuras, usaron esos botines de cuero con pupos de suela.

Refiere Jonás que en Quito funcionaban dos zapaterías deportivas pero que la principal característica por la que eran preferidos los botines Espinel “era la flexibilidad en el puente aun siendo de cuero y suela pero en la parte de atrás era bien compacto”. Cuenta que futbolistas como Carlitos Raffo decían “que nuestro zapato se lo doblaban y se lo metían en el bolsillo como una chauchera”. Esos botines de cuero y suela duraban hasta cuatro años. Los utileros de los equipos empleaban trucos para darle un buen mantenimiento, por ejemplo: le echaban aceite quemado como betún para que el zapato se mantuviera flexible en el medio, sebo para que el cuero durara más y ellos mismos le cambiaban los pupos de suela cuando se gastaban por el uso.

Hacia 1985 por reglamento se prohibieron los zapatos con pupos de suela. Fue cuando en Espinel empezaron a confeccionar zapatos con planta y pupos de caucho. Ya para entonces don Humberto Espinel había fallecido –1972– y a cargo de la zapatería estaban sus hijos: David, Humberto y Jonás.

Espinel comenta que la zapatería siempre tuvo pedidos de todos los equipos profesionales de la Costa, de algunos de la Sierra, además de empresas comerciales que participaban en campeonatos institucionales.

En 1984 se cambiaron al actual local de Pío Montúfar 1724 y Calicuchima, a tres cuadras de La Caldera del Capwell.

El próximo año, Calzado de Fútbol Espinel cumplirá 60 años de actividades. “De los tres hermanos que estábamos aquí solo quedo yo, soy el último bastión”, expresa con tristeza Jonás, pues sus hermanos han muerto.

Entre el olor a pegamento, cuero y caucho, a más del sonar de la cosedora y los golpes del martillo, Jonás añora esas lejanas tardes cuando con sus hermanos y amigos se trepaban al techo de una construcción cercana a la zapatería y veían gratis los partidos que se jugaban en la cancha del Capwell, especialmente los clásicos del Astillero. Él, que nació a pocos metros del Capwell, es un emelecista a muerte pero su padre siempre fue hincha del Norteamérica, “el equipo que jamás tembló”.

La marca del campeón

Cuando su padre estaba vivo fue que empezaron a confeccionar también zapatos para béisbol y box, deportes que en esos años eran más populares que ahora y que tenían figuras como Rafael Anchundia, Gastón León, Rafael Cruz y otros puñetes bravos. En la actualidad además fabrican calzado para atletismo, ciclismo, hockey, lucha y levantamiento de pesas, esta última disciplina con auge en estos días. 

Mostrándome zapatos de fútbol de colores: amarillo, azul, blanco, negro y rojo, todos de cuero y con plantilla de caucho, comenta: “Ahora los zapatos que tienen más salida son los de fútbol de pupillos –pupos pequeños– que sirven para jugar en césped sintético, Guayaquil está invadida por esas canchas y hemos tenido una abertura en esa rama”.

Lo utilizan aficionados y juveniles de las escuelas formativas, la mayoría lo calzan recomendados por sus padres que en su juventud usaron zapatos Espinel. Rodeado de zapatos de diversas disciplinas, Jonás comenta que hay zapatos extranjeros de fútbol de $ 250 a $ 150, aunque los de marcas chinas pueden costar $ 50. Pero que un par de zapatos Espinel cuesta de $ 22 a $ 25 –de pupos o de pupillos–, y los de otras disciplinas, como los de levantamiento de pesas de 30 a 50; box de 20 a 30. Recuerda que en los tiempos de su papá, un par de zapatos de fútbol costaban 65 sucres, después subieron a 90 y cuando él se hizo cargo del negocio ya costaban 120 sucres.

Esa mañana, dos operarios trabajan a full. Las manos diestras de Andrés García y Máximo García, aparador y plantando confeccionan zapatos deportivos de cuero de vistosos colores. Algunos azules están adornados con el escudo de Emelec.

Espinel Vera siente un inmenso orgullo de ser amigo de excelentes futbolistas que nunca se marearon por la fama como Carlos Raffo, Juan Tenorio, Juan Madruñero, Miguel Ángel Coronel, Enrique Raymondi, Washington Muñoz y algunos otros que antes saltaban a la cancha con botines Espinel aún acuden a su local porque utilizan sus zapatos pero ahora tipo pupillos porque todavía juegan fulbito o porque son entrenadores.

Siempre el logo de zapatos Espinel ha sido una gacela. ¿Y el eslogan, cuál es?, le pregunto y Jonás feliz, como cantando un gol del Emelec, responde: “Espinel, la marca del campeón”.

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