Eduardo Salvador: Un beatlemaniático sobre ruedas

15 de Noviembre de 2015
Texto y fotos: Jorge Martillo Monserrate

La vida de Eduardo Salvador baila al compás de la famosa banda de rock inglesa, Los Beatles.

La beatlemanía de Eduardo Salvador comenzó en Quito una noche de 1969. Ocurrió cuando en la rocola de un restaurante chino, él y sus amigos interesados por el rock, escucharon por primera vez a los Beatles interpretando: Day tripper y We can work it out.

Esas canciones que brotaban de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr elevó a la cresta de la ola a la gallada. Desde esa noche, escucharon tanto ese disco de 45 revoluciones por minuto que terminaron rayándolo. Tanto los impactó esa música, que estaba revolucionando al mundo, que al poco tiempo crearon la banda Los Rebeldes, en la que el beatlemaniático Eduardo Salvador Solís, quiteño de 66 años, terminó adueñándose de la batería. Siendo esa, su primera banda.

A sus 22 años arribó a Guayaquil, contratado para tocar en el exclusivo Key Club, acompañando al cantante peruano Willie López, interpretaban baladas, rock y las canciones que estaban de moda.

Salvador, quien ahora tiene su Beatlekiosko en Urdesa y que además rueda por las calles porteñas y otras ciudades a bordo de su Beatlemóvil, me informa que además de músico, se ha desempeñado como fotógrafo de prensa, en gestoría cultural y hasta ha sido propietario de bares.

En Guayaquil fue parte de bandas de rock y blues: Los Vigilantes, Los Tigres del Rock y su preferida: la legendaria En Zerio conformada por el cantante Elio de la Torre; Miguel Hernández y César Aragundi, ambos en primera guitarra; Lalo Wong en el bajo; dos chicas coristas y Salvador en la batería. Todos descargando covers de los Beatles, Rolling Stones, Led Zeppellin, América, Santana y otros.

Ya con el rock tatuado en el pecho, después tuvo algunos bares, entre ellos Lennon que comenzó en Primero de Mayo y Tulcán; y terminó entre las olas liberadas de Montañita; en sociedad con el cantante César Augusto Montalvo: la peña El Trovador, sitio bohemio de nueva canción y rock en español. Su último bar fue Bla, Bla, Bla que junto a El Gran Cacao, de Jimmy Mendoza, fueron los primeros en florecer en la noctámbula Zona Rosa. “Lo abrí como un café literario para conversatorios –evoca- pero la gente no asistía a los eventos, todo cambió cuando organicé un tributo a John Lennon y se llenó a reventar, desde entonces, se transformó en un bar de tributo al rock”. Como el sitio era frecuentado por músicos: Héctor Napolitano, Antonio Vergara, el Chino Hansen, Paolo Thoret y otras fieras de la noche, cualquier día se armaban malditas tocadas de rock y blues. La fiesta iba bien hasta que el Municipio clausuró definitivamente a Bla, Bla, Bla y a El Gran Cacao.

Eduardo quiere difundir su afición.

Los Beatles por siempre

Esa tarde conversamos dentro de su Beatlemóvil, parqueado en Urdesa. Peatones y gente abordo de sus vehículos, se acercan y se fotografían junto a esa nave clásica con toda su piel metálica tatuada con imágenes de los Beatles, algunos le piden a Salvador aparecer y este acepta en buena onda como esos hippies de los sesenta que pregonaban: Love and peace.

“Ahora estoy dedicado a difundir el legado musical y la imagen de los Beatles a las nuevas generaciones”, expresa luciendo una gorra de beisbolista y camiseta, ambas prendas con alegorías de los Beatles, su banda favorita, en segundo lugar: Led Zeppellin y después… el resto, como él dice.

Toda su vida, desde antes de ser baterista, fue fanático de los Beatles. “Por razones musicales, la calidad de los textos de sus canciones y porque ellos pusieron patas arriba al planeta, eso me gustó”.

Cuenta que hace cinco años se sumó a la exposición ‘La Semana de los Beatles’ que organizan los hermanos Moyano y Mauricio Gil de Cómic Club en la Biblioteca Municipal. Salvador intervino con su colección de discos, caricaturas y fotos de los Beatles colocadas sobre un soporte de cartón que ofrecía a manera de recuerdo. Durante toda la semana esas imágenes fueron un éxito de ventas. Al siguiente año también participó, pero con más elementos: camisetas, jarros, gorras y más en homenaje a los Beatles.

“Mi idea ha sido fomentar y mantener el legado musical de los Beatles, transmitirla a las nuevas generaciones –manifiesta y propone-, las academias de música deberían tener como base de aprendizaje las armonías y acordes de sus canciones”.

Así fue como descubrió que existían posibilidades de vivir, rindiéndole tributo a su banda favorita. En la Numa Pompilio Llona, calle del barrio Las Peñas, alquiló un espacio pequeñito al que bautizó como Beatlekiosko y que desde hace seis meses funciona en el interior del c.c Plaza Triángulo, Urdesa (local K1, atiende de lunes a viernes de 11:00 a 19:00). Todos los fines de semana, Salvador acude a ferias, mercadillos, conciertos musicales -tipo tributo- y más eventos que se organizan en Guayaquil y otras ciudades donde Salvador promociona a su banda favorita.

Obviamente cuenta que asistió al concierto de Paul McCartney en Quito, la noche del 27 de abril del 2014 y antes del show la gente agotó toda la mercadería de su Beatlekiosko.

El Beatlekiosko es un universo Beatles. Ahí reinan sin descanso las canciones de la banda. Cada objeto, desde el más pequeñito: una vitela -$ 2- hasta un cuadro en gran formato de los Beatles -$ 200-, lleva, marcada a fuego creativo, la imagen de los cuatro de Liverpool.

La beatlemanía de Eduardo Salvador que comenzó a sus 19 años, lo acompañará de por vida. (I)

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