Disfrazando sueños

08 de Enero de 2012

Su creatividad, diseños y la ayuda de un equipo de trabajo han llevado a la tienda de disfraces Pato’s  a transformar a personas en personajes  inimaginables.

Para algunos, usar un disfraz es como vestirse con el mejor traje de gala. “Es como saborear a través de las telas a un personaje favorito”, afirmó uno de los clientes de la tienda de disfraces Pato’s, la cual lleva este nombre por el apodo de su dueña y mentora, Patricia Freire de González, de 54 años.

Quién hubiese creído, afirma Patricia, que “estar chocha con el conchito de la familia” haya generado este negocio que lleva alrededor de 20 años confeccionando, sobre medidas, disfraces, trajes, uniformes y demás prendas de vestir.

“Yo puedo hacer cualquier diseño que me digan o que quieran mis clientes. No tengo límites”, sostuvo Freire, quien es de pocas palabras; pero de acción... la mayoría de sus diseños y creaciones lo demuestran.

En la actualidad disfruta del fruto de su trabajo después de atravesar por situaciones familiares difíciles. Solo el amor de su familia generó en ella la fortaleza suficiente para afrontar las vicisitudes que a veces se presentan en la vida.

Comerciante por vocación

Nunca se imaginó que se iba a dedicar al negocio de los disfraces. Es más, en la universidad decidió estudiar Trabajo Social, pero no pudo terminar la carrera.
A los 21 años se casó con su actual esposo, Withberto González. Lamentablemente, meses después sufrió la muerte de su padre, quien fue atropellado por una moto. Un mes más tarde, su mamá enfermó y también murió.

Fueron dos situaciones muy duras para ella, más aún porque en ese tiempo estaba embarazada de su primer hijo. Su esposo decidió retirarse de la universidad para pasar tiempo con ella.

Transcurrieron los años y no solo se dedicó a ser ama de casa, sino un apoyo económico en su familia. Decidió vender ropa que le traía su hermano del extranjero

El negocio iba “viento en popa”. Tanto así que cuando los compradores necesitaban de pequeños arreglos o retoques, también era capaz de brindar este servicio. Había contratado a una costurera para que realizara este oficio que le comenzaba a interesar.

Mamá “chocha”

Una madre consentidora es capaz de hacer cualquier cosa para satisfacer los caprichitos de sus “nenes”... Patricia sabe muy bien sobre esta afirmación. Mamá de tres varones: Withberto (31 años), Francisco (30 años) y Juan Pablo (24 años), siempre les ha brindado todo lo que ha podido de acuerdo a sus posibilidades, pero este último cuando estaba en el jardín tuvo una petición especial.

“Juan Pablo tenía que vestirse de rumbero, pues le ideé este traje siempre poniendo mi toque. Yo quería que mi hijo se luciera, que sea el mejor disfrazado”, expresó Patricia.

Y así fue, aquel traje de rumbero recibió muchos halagos por parte de otros estudiantes, docentes y padres de familia que habían visto a Juan Pablo vestido de esa manera. Ella no se imaginaba que gracias a esta situación iba a iniciar el negocio de su vida.

Así que decidió, en primera instancia, seguir con la venta de mercadería para luego incluir poco a poco los pedidos de disfraces que le solicitaban personas particulares, instituciones educativas, medios de comunicación, agencias de publicidad, entre otros clientes, y en todas las fechas, no solo en Halloween.

En ese entonces había alquilado en Urdesa un local a una pareja de esposos ya fallecidos que fue clave en su vida. Patricia cuenta que los llegó a considerar como miembros de su familia. Es que estos se preocupaban mucho de los hijos de Patricia, especialmente de Juan Pablo, a quien prácticamente vieron crecer.

El negocio prosperaba. Según Patricia, la clave es el acabado que brinda en sus creaciones y la puntualidad al momento de entregar sus pedidos. Ya para este tiempo se había preocupado por estudiar Corte y Confección para luego obtener la calificación artesanal. El trabajo que hacía no se limitaba solo a supervisar, conseguir telas, diferentes recursos y estar preocupada por esos pequeños detalles, sino que también cosía.

“Me he topado con todo tipo de peticiones, todas las he tratado de cumplir. A veces no conozco el personaje; pero no importa... me traen el diseño y yo le doy vida con la ayuda de mi equipo de trabajo”, sostiene Patricia.

“Tengo clientela de todo tipo, una más exigente que otra. Ahora los niños se preocupan por cómo les va a quedar su traje y obviamente los padre los apoyan”, agrega.

Patricia confiesa que los disfraces que más le gusta hacer son de princesas... “están más llenos de detalles y fantasía”, me divierto mucho. Al igual que cuando tengo una petición por parte de personas mayores que ahora están en todas... incluso, muestran más entusiasmo que algunos jóvenes. Además dice ser cuidadosa para no repetir diseños. “Ningún traje de Pato’s es igual que otro. Algunos, incluso, han ganado competencias en el exterior... enterarme me ha llenado de satisfacción.”, sostiene Freire.

Uno de los últimos disfraces que recuerda haber hecho con mucho cariño fue casualmente para su hijo Juan Pablo, pero esta vez ya no necesitaba “ser rumbero”, sino Charlie Harper, expersonaje de la serie ‘Two and Half Men’ que transmite Warner Chanel. (L.L.V.)

 

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