De la raqueta al volante
Historia de Titina Ripalda, extenista guayaquileña que en EE.UU. comenzó de chofer de bus y ahora ocupa un alto cargo en una compañía de transporte.
Sí, la vida es un juego. Titina Ripalda ha jugado su vida en dos canchas. La una con una raqueta de tenis y la otra la inició al volante de un bus. Ha sido feliz, pero no ha sido fácil. Cuando ha caído, se ha levantado.
Ana Cristina Ripalda Nuques, guayaquileña soltera de 55 años. Ahora vive en Mission Viejo, ciudad del condado de Orange, California. Por quince días vino a visitar a sus padres, hermanos y amigos. Aunque no es amante de entrevistas ni de fotos. Nos contó su historia de vida.
Ese sábado, en la ciudadela Santa Cecilia, recuerda que era pequeña cuando empezó a acudir al Guayaquil Tenis Club de la mano de su padre, Oswaldo Ripalda, para practicar tenis bajo la batuta del entrenador Miguel Olvera.
“Comencé a jugar tenis como a los 11 años, de ahí hasta que me fui. En esa época era diferente, nosotros jugábamos campeonatos provinciales, nacionales y de vez en cuando íbamos a sudamericanos. No era como ahora que tienen muchísimas oportunidades de salir, de viajar”.
Titina participó en torneos desde los 12 hasta los 18 años. Fue campeona nacional y sudamericana en un torneo en Cali, Colombia. Representó al Ecuador en cuatro sudamericanos. En una época cuando solo se organizaban dos torneos al año. Cree que por los triunfos internacionales de Andrés Gómez y Ricardo Ycaza la gente empezó a interesarse por el tenis.
“Parábamos en el Tenis todo el día”, evoca nostálgica. “Después del colegio almorzábamos y toda la tarde la pasábamos allá, más aún los fines de semana. Todos éramos amigos, hombres y mujeres entrenábamos juntos. Si íbamos a una reunión o al cine, íbamos todos los del Tenis. Éramos una familia”. Una gran familia formada por Ricardo y Ana María Ycaza, Andrés Gómez, Estela Ripalda, Xavier Pino, Liliane de Wright, Fabricio Valdiviezo, Pilar Gómez, Martha Cañizares, Ricardo Pazmiño, entre otros.
A sus 18 años, durante seis meses, realizó un curso de entrenadora en la academia de Harry Hopman en Tampa, Florida. Sitio donde practicaba Ricardo Ycaza. A su regreso fue entrenadora en el Tenis de un grupo de entre 20 y 30 mujeres, entre las que destacaron Martha Cañizares, Monserrate Noboa, Pilar Gómez, y otras. “Fue una experiencia bonita”, manifiesta Titina, “porque les enseñaba a crecer con lo que yo había aprendido”.
También fue entrenadora en EE.UU. Regresó en 1983. Fue cuando la visitó la fatalidad. Jugando se lesionó los ligamentos de la rodilla, la operaron, pero ya no era igual. “Ahí decidí retirarme, guindar mi raqueta” –lo expresa con una tristeza añeja–. “Cuando uno se lesiona, ahí se termina todo, tiene que pensar qué va a hacer ahora. Ya todo se vino para abajo. Entonces dije: si no es el tenis, será otra cosa”. Una lesión grave es la muerte en vida de un deportista. Es un dolor profundo.
Al volante hacia una nueva vida
Titina retornó a California. En 1986, un amigo le comentó que trabajaba como chofer de bus en la compañía Octa –Orange County Transportation Authority– y ganaba muy bien. Ella aplicó y después de un entrenamiento de tres meses estaba al volante de un inmenso bus de frenos hidráulicos. Ahí se dedicó a trabajar en rutas con turnos de hasta diez horas diarias para reunir dinero y comprarse una casa cerca del mar. Durante siete años fue chofer, pero además tenía otros intereses y en sus ratos libres aprendió el sistema de operaciones de la compañía. “Era chofer, pero también me interesaban otras cosas, fui ascendiendo porque hay que comenzar desde abajo, allá no hay palancas”.
En febrero de este año, Titina Ripalda, después de 25 años de subir escalón tras escalón, fue nombrada manager (gerente) del Departamento de Operaciones. Durante años condujo buses. Fue supervisora de ventanilla. Diseñó horarios y rutas de los choferes. Se desempeñó como asistente de una de las managers y dirigía la oficina más grande de todas. Ahora tiene a su cargo a 900 choferes, 70 supervisores, 3 gerentes y sus asistentes y 15 supervisores de secciones.
“Es una empresa grande de varios departamentos. Estoy encargada del departamento más grande de la compañía, porque el 60% lo hacemos nosotros, somos los que ponemos el servicio en las calles, somos responsables de que los buses estén a tiempo, que todo funcione excelente”, expresa.
Orgullosa cuenta que hace cuatro años OCTA fue elegida la compañía número uno de transportación de todo EE.UU. “¡Imagínese, cada condado tiene una compañía de buses! Hay miles de compañías”, exclama. Como especialista que es le pido una opinión del transporte local y responde que ignora cómo opera aquí el transporte público. “Es lo que yo hago allá, pero no tengo esa información. Si necesitan mi ayuda, podría darla para que mejore mi ciudad, aunque tendría que estudiar cómo están organizados”.
Titina pasando un año visita a sus padres, familiares y amigos. Es cuando juega tenis con sus amigas y exalumnas. Allá extraña a todos y también ciertos platos criollos como el caldo de bola de verde, la fritada y los inigualables cangrejos guayacos.
Le pregunto si seguirá ascendiendo, responde: “Claro, se puede seguir ascendiendo”. Hace una pausa y dice: “Cuando entré a la compañía nunca esperé quedarme siempre de chofer, siempre pensé ascender”.
Titina Ripalda sabe que la vida es un juego que hay que ganar.