De chatarra a arte

11 de Enero de 2015
  • Alberto Juca.
  • vUna de las obras de Juca.
Texto y fotos: Jorge Martillo M.

El cuencano Alberto Juca antes fabricaba armas artesanales, ahora crea esculturas con reciclaje metálico en Playas.

Es el escultor del reciclaje. Alberto Juca Bernal, cuencano afincado en Playas. Vive en Quinta Bonanza, barrio de calles polvorientas y árboles que regalan sombra porque el sol es fuego. Las olas del mar no se escuchan en su taller, sembrado en el patio de su casa, bajo una mata de mangos y un cactus que trepa al cielo.

Este cuencano, de 46 años, creció rodeado de objetos metálicos: revólveres y pistolas. Desde sus 15 años trabajó en la armería de su tío Benjamín Juca y de su primo Arnaldo. Ellos fabricaban armas artesanales, imitaciones de Smith Wesson, Taurus, Berna y otras marcas que adquirían las compañías de seguridad. Antes de que el Gobierno prohibiera la fabricación de armas artesanales, abrió su taller en el que después de la prohibición construía puertas, ventanas, anaqueles, pasamanos, cerramientos.

Después de cuatro años, cuando ya no ingresaba dinero por dicho negocio, decidió hacer arte en chatarra: “Hice dos cholitos cuencanos porque me siento identificado con ellos –recuerda Juca–. Tenían 20 centímetros de alto, los hice utilizando cadena de bicicleta, tornillos, pernos, tuercas, cucharas, todo era reciclaje”. Los exhibió en una vitrina de su taller hasta que pasaron dos turistas extranjeros y se los compraron. “Ellos le dieron más valor, fue cuando me dije: aquí está el camino abierto. Los hice porque dentro de mí ya había este arte y ya no tenía trabajo”, expresa.

El arte no es de soplar y hacer botellas. Alberto Juca desde muchacho dibujaba y pintaba como autodidacta. A los 16 años empezó a travesear con los fierros y las cadenas de bicicleta, a unir y soldar piezas. Construía carritos y vagones de tren que regalaba a sus amigos, clientes y parientes, era un hobby.

“Siempre me han gustado los fierros, el torno, la soldadura –reflexiona–, darle valor artístico a un fierro oxidado. Coger unos tornillos o una cadena de bicicleta y transformarlas en un Quijote, un caballito de mar o en lo que esté en la mente de uno”.

Así empezó a trabajar febrilmente, a crear piezas de diversas temáticas. En Cuenca se corrió la voz y después de dos años, en marzo del 2010, realizó en la Casa de las Posadas su primera muestra individual con setenta esculturas. “Trabajé día y noche –afirma–. Mi exposición se llamó El lirismo de la materia, algo así como la poesía de los fierros viejos, era darle vida a la materia muerta, a los fierros que no tienen vida, ni valor. Transformar la chatarra en arte”. Luego expuso su obra chatarrera en dos ocasiones en el Centro Interamericano de Artesanías y Artes y en otras salas cuencanas. “No ha sido tan lucrativo, pero he sobrevivido”, comenta.

En el exterior también

En el 2012, Alberto Juca llegó a Playas tras su clima benigno para el asma de Gabriela, su hija de 6 años, actualmente. Al comienzo fue difícil porque era un mundo nuevo. Ahora se siente mejor, dará clases de escultura de reciclaje a los jóvenes en el Centro Cultural Cacique Tumbalá, administrado por el Municipio.

Cuenta que el reciclaje metálico lo consigue en los talleres que reparan bicicletas, carros y motocicletas a 15 dólares el quintal. “Cuando veo las piezas ya sé para qué me van a servir” –dice–. “Es como si le tomara una foto y como la imagen la tengo en la cabeza no demoro mucho tiempo en hacer la escultura”.

Sus herramientas son una suelda eléctrica, un esmeril, un taladro, una prensa, un compresor y otros. “Cuando la escultura está soldada, se la cepilla, luego se la mete en ácidos, después se la lava en gasolina o diluyente y con un soplete se le pasa laca automotriz transparente para que no se oxide, ahí queda nuevecita”, explica.

Desde que vive en el balneario ha creado esculturas con motivos playeros, utilizando a más de piezas metálicas, conchas, caracoles, rocas y otros elementos naturales.

Adquieren sus esculturas los turistas extranjeros que visitan Cuenca, los amantes del arte de Guayaquil y Nueva York, donde dos hijos mayores venden sus piezas más pequeñas. Cree que los precios no exuberantes sino cómodos son a partir de 10 dólares. “Yo las vendo como artesanías, no como obras de arte”, manifiesta rodeado de sus esculturas.

Un proyecto que desea concretar con el Municipio de Playas es la creación de esculturas de 3 a 5 metros con motivos playeros.

Contacto: Barrio Quinta Bonanza, General Villamil, Playas. Telf.: 099-882-6977.

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