Cineasta de hacha y machete

03 de Junio de 2012
Texto y fotos: Jorge Martillo Monserrate

La historia de Bárbara Morán, guayaquileña que como un puñado de ecuatorianos realiza cine subterráneo.

A Bárbara Morán no la detiene nada ni nadie. Está hecha a hacha y machete. Desde el 2006 ha realizado cinco películas en formato video.

Aunque el suyo es un cine con fallas técnicas y sin grandes logros estéticos, está realizado con grandes esfuerzos. Cine marginal, subterráneo, que en diversas ciudades del país un puñado de osados y soñadores como Bárbara realizan y que casi nunca se exhibe en las grandes salas –pero que la gente consume en discos piratas–; la mayoría de ellos no ha estudiado cine. Pero el cine está en su sangre como un virus mortal que los impulsa a contar sus historias a como dé lugar.

Billy Navarrete, guayaquileño y miembro de la fundación cultural Ochoymedio, comenta que en Ecuador no existe una denominación específica para este tipo de películas. “Es más, hay quienes no las consideran producciones cinematográficas debido a la ausencia de los rigores de la obra artística”. Cuenta que Ochoymedio realizó en el 2010 una investigación, a cargo de Miguel Alvear, cuyos resultados fueron el libro Ecuador bajo tierra y el largometraje documental Más Allá del mall, que recogen los valores de estas películas, sus modos de producción y sus originales medios de consumo.

Navarrete opina que Bárbara Morán es una prolífica representante local de este tipo de películas de Bajo tierra que, a través del melodrama, “aborda temas de su real preocupación vistos desde la fe. Realizadora que posee seguidores que llenan las salas donde se exhiben sus obras”.

De las tablas teatrales al cine

Esa tarde dirijo mis pasos al sur guayaco, exactamente a La Floresta I. Ahí Bárbara es dueña de un pequeño restaurante: El Rinconcito del Sabor, donde ofrece almuerzos y platos a la carta. Ella, como siempre, hace de todo: va al mercado, cocina –asegura tener buena sazón– y atiende a los comensales. Trabajar así no es nada nuevo. Siempre se ha ganado la vida sudando la gota gorda: fue enfermera en una clínica, vendió ropa en la Bahía, dio clases de teatro, animó fiestas infantiles y montó escenas piráticas a bordo del barco turístico Morgan.

Bajo un calor infernal, acompañada de su hija y de Rosemary Mero, amiga y actriz de su elenco, Bárbara cuenta que empezó a actuar a los 12 años en el teatro Humoresque, luego en su colegio Jorge Carrera Andrade. No olvida a quienes le enseñaron actuación: Sonia Villar, José Pardo, Enrique Ponce, Alejandro Pinto, este la incorporó al canal 10, donde actuó en papeles secundarios en diversas series: Emergencia, De la vida real, Archivos del destino y en telenovelas.

Bárbara a los 18 años empezó a escribir obras de teatro que hasta hoy representa su grupo Caritas, que nació en su barrio de Azuay y Joaquín Gallegos Lara. Asegura haber escrito unas 40. Las últimas historias giran en torno a la familia y Dios, porque desde hace siete años es cristiana evangélica. “Me he enfocado en la madre y también en Dios porque si no trabajo para Él, Él no trabaja para nadie”, asevera.

Con las obras que escribe y su elenco, cada año organizan seis funciones en diversas fechas. Durante esta entrevista estaban ensayando el filme Gracias, mamá, que se estrenó el 2 de junio. Siempre han llenado la sala vendiendo las entradas con anterioridad, esta vez cree que asistirá “el público que ha visto nuestras películas y querrá ver actuar en vivo a los actores”.

Jugando en serio a hacer cine

En el 2006, Bárbara Morán tuvo la idea de trasladar sus obras de teatro al cine. Al siguiente año, con una camarita de video de un compañero empezó “a jugar a hacer cine”, como ella mismo dice. Desde entonces ha grabado cinco películas: Lágrimas de una madre, en el 2007, y en el 2008 hizo una versión corregida que transmitió en el desaparecido Mundo Canal pagando 800 dólares. Cuenta que ella misma llevó una copia a la Bahía para que la reprodujeran y distribuyeran, porque estaban vendiendo la primera versión.

Es de anotar que a estos cineastas les interesa que pirateen sus películas para que el público las vea y porque en las portadas de los DVD aparecen los créditos de sus auspiciantes.

En el 2008 realizó Sueños de morir. Al siguiente año, Cuando los hijos se van, y en el 2010, El gran varón, únicamente estas dos fueron grabadas con una cámara de video de alta definición.

Su última producción fue Emigrantes latinos (2011), por la que está luchando para volver a grabar y es la única que no ha sido pirateada. Las tres últimas fueron proyectadas en las salas de  Ochoymedio de Quito y MAAC Cine de Guayaquil y de Manta.

“A mí solo Dios me podría detener, de ahí no me detiene nadie. Cuando digo ‘voy a hacer una película’, la hago”, asevera Morán Sánchez, quien se considera “una cineasta popular y de bajos recursos”.

Cuenta que ha realizado los roles de escritora –todas las portadas de sus películas en DVD señalan: De la pluma de Bárbara Morán Sánchez–, directora, productora, camarógrafa, actriz, vestuarista, maquilladora, encargada de la logística. “Todo, todo, todo”, dice. 

Mayor emoción fue asistir, desde el 2010, a la proyección de sus más recientes películas en las salas de Ochoymedio. “¡Era divino! Son sueños hechos realidad con nuestros esfuerzos”. 

“Mi sueño es volver a grabar y presentarla fuera del país, como eso no se ha cumplido, no puedo empezar otro sueño”, dice Bárbara Morán, una cineasta a la que no la detiene nada ni nadie.

Emigrante latino

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