Fresia Saavedra: Su vida como un pasillo

10 de Mayo de 2015
Texto y fotos: Jorge Martillo M.

A sus casi 82 años, Fresia Saavedra es una leyenda viva de nuestra música. Con ella conversamos sobre su vida y artes.

Su vida es una canción. A los 5 años debutó en un programa infantil de radio; cuando terminó de cantar, el público la ovacionó. A sus 12 años, el propietario de Radio Cóndor la contrató como cantante por 110 sucres mensuales que eran un platal. Así comenzó su vida profesional. Su arte lo heredó de su madre, Susana Gómez, y de su padre, Julio Saavedra, violinista, a quien considera su único maestro. “Él me incentivó y llevó a las radios donde había programas y yo actuaba”. Después se casó con Wacho Murillo –fallecido–, director artístico de algunas emisoras: “Nos poníamos a ensayar. Él me enseñaba canciones que yo no conocía”.

Graba por primera vez, junto con Blanca Palomeque como el dúo Las Porteñitas, la canción Destino cruel. “Fue un éxito total, se vendió bastante”, recuerda. Después integró dúos y tríos, como Las Porteñitas con Luisa Rojas Mendoza y también con Maruja Mendoza, Carlos Rubira Infante, Pepe y Julio Jaramillo, entre otros.

El primer disco que grabó Julio Jaramillo fue con Fresia. JJ era un chico que frecuentaba las emisoras. “Él se ponía atrás de uno a cantar las canciones que ensayábamos. Un día, Julio le pidió a Murillo, director musical: “Don Wacho, no sea malito, ensáyeme que yo quiero cantar. Poco después Murillo le informó: Tú vas a grabar con el hermano de Pepe Jaramillo”. Así fue como grabaron seis temas, dos canciones –Pobre mi madre querida, yaraví, y Mi corazón, pasillo– sonaron en Ecuador y las cuatros restantes en Colombia, y una disquera lo contrató para que grabara los temas que ya había interpretado Olimpo Cárdenas, pero que en la voz de Julio Jaramillo fueron éxitos.

Fresia Saavedra es compositora de 37 canciones de música nacional, especialmente pasillos, a más de boleros y música tropical. Su porro El ladrón fue un éxito local e internacional: “Corra, papá, ay pero corra, mamá/ Enciendan pronto las luces/ Traigan pronto la escopeta/ Que en mi pieza hay un ladrón…”.

Sobre su faceta de compositora dice que a veces despertaba con una canción en la cabeza, la escribía e interpretaba con una grabadora para no olvidarla. “Así compuse mis canciones”, afirma. Una de sus preferidas, La niña inteligente, la acaba de grabar para un próximo disco de Juan Fernando Velasco. La canta: “Ay, mamacita, yo tengo ganas de conseguirme un noviecito/ Que sea bonito, que sea formal, que tenga plata para gastar”. Ríe con ganas y agrega: “¡Qué ambiciosa!”.

Su vida es una canción, aunque cierto capítulo parece de novela. Como era una cantante y compositora popular, los políticos la buscaban para que les grabara marchas y triunfar en las elecciones. La primera fue para Carlos Guevara Moreno y ganó la Alcaldía de Guayaquil. Escribió y grabó marchas para Assad y Abdalá Bucaram, Sixto Durán-Ballén, Francisco Huerta Rendón y otros. “Tooodos los políticos me buscaban, la mayoría de las canciones son mías. Yo lo hacía sin ningún interés porque ni siquiera me pagaban. Mejor dicho: nunca pedí nada. Todo lo que yo he recibido es porque lo he merecido. Lo que me han dado son homenajes, son cartones, son medallas que no son de oro, son pintadas con brillo. Pero la satisfacción que tengo es que he hecho bastante. El único que me mandó un aro con brillantes, que se me perdió, fue José María Velasco Ibarra cuando le grabé su canción y fue por quinta vez presidente de la República”.

De madre a hija

Comenta que durante una presentación, alguien gritó: “¡La Señora del Pasillo! Fue una cosa del público y aunque tuve algunos apelativos me quedé como la Señora del Pasillo”.

No solamente ha triunfado en Ecuador. Sus canciones y voz –que conserva intacta– han sido aclamadas en varios países. Ese jueves, antes de que empiece sus clases, comenta que fue profesora de música y canto durante 29 años y 6 meses en escuelas municipales. Después la nombraron supervisora y así se jubiló.

Fresia es madre de Hilda Murillo, quien empezó a cantar a los 4 años. Un año antes que ella. Cuando Fresia ensayaba, la pequeña aprendía las canciones. “Vi que ella despuntaba, pero jamás quise que fuese artista, ni le di clases en absoluto”. Pero Hilda dejó la Medicina –estudió hasta el cuarto curso– por el canto. Lo que sí le inculcó fue que también cantara música ecuatoriana. “Aunque cante porro, guaracha, merequetengue y tanta vaina, tiene que cantar un pasillo y eso lo hace ella”, dice con orgullo de artista y madre.

Todos los miércoles y jueves, Fresia Saavedra, desde el 2008, es profesora de canto en la Escuela del Pasillo Nicasio Safadi. Un género que estaba desapareciendo, hasta que la historiadora Jenny Estrada tuvo la iniciativa de crear el Museo de la Música Popular Julio Jaramillo con el apoyo del Municipio porteño.

“Ahorita tengo 32 alumnos –cuenta rodeada por ellos–, me contento porque nadie los obliga, ellos vienen puntualitos y solitos, algunos de afuera de Guayaquil. Es lógico estar orgullosa de mis alumnos”, afirma, y acompañada por ellos canta el pasillo Invernal: “Ingenuamente pones en tu balcón florido/ la nota más romántica de esta tarde de lluvia,/ voy a hilar mi nostalgia de sol que se ha dormido/ en la seda fragante de tu melena rubia”.

Esa misma tarde de lluvia, manifiesta: “La gente todavía me recuerda y eso me impulsa a seguir enseñando. Doy gracias a mi Dios porque me tiene todavía con mis cinco sentidos y con mi garganta para seguir cantando. Y le digo que cuando ya no dé, me retiraré”. La vida de Fresia Saavedra es una canción que suena a pasillo. (I)

Al cierre de edición, se informó sobre el incendio que afectó la casa de Fresia Saavedra y a tres de sus adorados gatos. Ella y su hija Hilda no quisieron dar mayores detalles. Fresia como artista y mujer surge cantando desde las cenizas. Junto a su hija se presentará, el 15 y 16 de mayo, en El Aliaco (Miami) y el 24 en El Manaba (Nueva York). Nuestra solidaridad para La Señora del Pasillo.

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