Rating, rating y...

16 de Noviembre de 2014
  • Los jueces. Wendy Vera (i), María Fernanda Ríos, Paola Farías y Fabrizzio Ferretti.
  • Luis Miguel Ledesma.
  • Elvis Franco (Chocho Loco).
  • Detrás de las cámaras. Guadalupe Loor, directora del programa, junto con Paco Cuesta, director general.
  • Magic Dancers
  • Álex Rodríguez (con la peluca).
  • Gloria Tonato

Para aplaudir o para comentar, los televisores del país se sintonizan todos los domingos en Ecuador tiene talento, de Ecuavisa.

Sucede en los partidos de la selección nacional de fútbol, que las voces de los ecuatorianos se traducen a 140 caracteres para gritar cada gol, comentar cada jugada o los momentos de sufrimiento.

Sucede también los domingos por las noches, a las 20:00, cuando en muchos hogares la señal del televisor se fija en Ecuavisa. Porque ahora no solo se ve la televisión y se comenta en la sala de la casa, sino que el público siente la necesidad de expresarse, y para eso no hay mejor lugar que Twitter. Entonces, de repente, sucede: #ETT3 es tendencia en la web.

Los altos ratings no les bastan. En sus tres temporadas, Ecuador tiene talento ha logrado también adueñarse de las redes sociales. Con comentarios positivos y negativos, generando reacciones buenas y malas, ganándose críticas y halagos, el resultado ha sido el deseado por su equipo. “Somos líderes en tendencias y eso es lo que nos interesa”, comenta Paco Cuesta, director general.

Los vestuarios, las luces, cámaras, escenografías y equipos de sonido se instalan en el Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro, desde donde el show se transmite, cada domingo, en vivo y también puede verse a través del sitio web de Ecuavisa en cualquier lugar del mundo.

“Programas como estos demandan de mucho tiempo, porque uno tiene que olvidarse de las preocupaciones extralaborales y dedicarse únicamente al espacio. Ecuador tiene talento se arma con muchos detalles que son los que hacen que estos programas sean un éxito”, añade Cuesta. “A diferencia de los programas de audiciones, las semifinales son en vivo y obviamente es una situación que nos llena a todos de adrenalina ya que tenemos que construir, en un minuto o dos como máximo, los sets para cada participante”.

La búsqueda de los talentos se realizó en importantes ciudades del país. La consigna del casting: encontrar a los personajes ideales para enganchar a los televidentes cada semana. “Esto es un show y lo que se busca es entretener. El público se divierte de maneras diferentes y eso es lo que hemos tratado de darles a los televidentes, entretenimiento diverso”, comenta Guadalupe Loor, directora del programa.

Y la fórmula ha funcionado, pues el domingo pasado ya anunciaron que tienen el visto bueno para la producción de la cuarta temporada del programa.

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UNA OPINIÓN: LLOVER SOBRE MOJADO

Por: Natalia Tamayo

La tercera temporada de Ecuador tiene talento sigue la misma pauta que las dos anteriores. Lo nuevo es el escenario del Centro Cívico Eloy Alfaro con una interesante puesta en escena y el fuerte marketing que incluye redes sociales, transmisión en vivo desde la página web de Ecuavisa y el posicionamiento de etiquetas o hashtags que los han convertido en tendencia en Twitter.

En suma, es más de lo mismo: concurso, drama y polémica para ganar rating. Por eso se enfoca el lado más triste de los concursantes y a los jurados  –como si fuera una telenovela– les asignan un rol: la buena, la mala, la odiosa y el chistoso. Entre ellos se pelean, hacen apuestas y así parece que el requisito para ser juez radica en que manejen bien el guion.

De la polémica se encarga Wendy Vera, para quien su papel le da licencia para maltratar verbalmente a quienes no superan la prueba. Sin cuestionar el casting realizado, sus expresiones más que sarcásticas son ofensivas. ¿Se acuerdan de la controversia por el pavo autista? Ahora enfrenta un pedido de disculpas con amenaza de juicio por expresarse inadecuadamente de una participante.

Irrespetar a quienes concursan evidencia que la presencia de ellos es irrelevante, que están ahí para cumplir con los requisitos que demanda el espectáculo, porque el canal no busca talentos sino personajes. A excepción del ganador de la primera temporada, ¿qué finalista ha superado la barrera de los quince minutos de fama?

Seamos claros, los reality shows funcionan no porque a la gente le gusten, sino porque se sienten identificados con la posibilidad de convertirse en estrellas y salir del anonimato. Sobre esa esperanza es que la televisión trabaja y comercializa, más aún en un país con un mercado artístico con escasas oportunidades.

No me malentiendan. No digo que este tipo de programas no se realicen, pero sí que tengan cierto nivel. Pongamos un ejemplo: en La Voz Colombia transmitida por Ecuavisa, ninguno de los jurados se expresó mal de quienes participaban y los finalistas salían con una producción discográfica o giras nacionales apadrinados por los jurados-cantantes. Qué diferencia.

En nuestro medio, en este y otros programas similares, lo que prima es lo comercial, por eso, hasta los mensajes de texto que el público envía para definir a los ganadores son pagados.

Jueces y acusados

Es cierto, los televidentes se juntan a apoyar a sus concursantes favoritos (y más ahora cuando sus votos a través de mensajes de texto deciden si pasan o no a la siguiente etapa). Pero buena parte del espectáculo también lo montan los miembros del jurado: Wendy Vera, Fabrizzio Ferretti, Paola Farías y María Fernanda Ríos, quienes, a su vez, son evaluados y comentados en los tuits de su público.

Y ellos lo saben. “La gente te juzga. A algunos les gusta, a otros no. Y aunque te importe muy poco o mucho lo que la gente piense, sí puede afectarte, porque siempre se intenta ser algo positivo para el público”, comenta Ferretti. “Desde el principio voy con todas las energías para tratar de divertirme y también a la audiencia”.

Lejos de sentirse señalada, Paola agradece ser parte de esta mesa, pues asegura que le ha permitido mostrar su verdadera personalidad a los televidentes, lejos de los personajes que ha interpretado en anteriores producciones.

“Disfruto que todos puedan conocerme tal cual soy. Me tiene sin cuidado lo que la gente piense. Nunca pretendo verme bien ante nadie, lo que digo y lo que hago es mi esencia”. E igual de sincera es en su trato con Wendy. Aclara que aunque el público crea que son enemigas, no es así y le alegra saber que las peleas nunca han llegado a términos personales. Y más que mantener una buena relación, parecería que se han influido mutuamente. “He aprendido a exteriorizar un poco más mis emociones, la temporada pasada no lloré y en esta sí”, admite Vera. “¡Es culpa de Paola, porque es una mala influencia! ¡Es contagioso!”, confiesa, desatando la risa de Paola, quien, al contrario, se ha endurecido: “Ya no me siento tan mal cuando le tengo que decir que no a alguien. En la segunda temporada fue muy difícil, pero ya lo asimilé y sé que es necesario decir que no”.

Y en esta química está el deleite de su trabajo. En especial para María Fernanda. “Disfruto mucho de la buena onda que hay entre nosotros. La química entre compañeros es superimportante en una producción y nosotros disfrutamos de nuestro trabajo, y eso se nota y por eso el público se divierte tanto, ríe con nosotros y llora con nosotros”.

Pero no todo es glamur. Las largas jornadas de grabación han sido un requisito duro de cumplir. “Hemos estado trabajando hasta 18 horas diarias y mantener la misma energía todo el tiempo es difícil”, comenta Vera.

Sin embargo, esto no le impide disfrutar de su trabajo. Admite que le gusta mucho la adrenalina que se siente con el público en vivo y, pese a ser considerada la jueza más afilada del grupo, confiesa que sí cree que hay talento en Ecuador. “Lo que falta tal vez son productores o gente que sepa encaminarlos” (D.L.A.).

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