Dita von Teese: Convierte su nombre en marca

06 de Enero de 2013
Ruth La Ferla - The New York Times

La lujosa tienda Decades, en Los Ángeles, fue el escenario donde Dita von Teese reveló su primera colección, la cual también incluye fragancias, cosméticos, ropa interior y medias.

No da tanto la impresión de que Dita von Teese entra en una habitación, como que se materializa ahí. Antes de que uno haya registrado su presencia, ya está saludando de mano y ofreciendo té, un momento que parece el truco de algún hábil prestidigitador.

“Soy maga”, murmura como si hubiera recibido la señal. “Hago que veas algo que no estaba ahí antes”. Ese poquito de pretendida hechicería, dice, es “la mismísima definición de poder y glamur”.

Uno podría creerle a Von Teese al observarla beber su brebaje de jazmín con limón; ver que el vestido amarillo dispara al cabello azabache y la piel pálida.

Hasta se podría sucumbir al oscuramente excéntrico ambiente de su casa, en el barrio de Los Feliz, mientras la luz menguante de la tarde se posa sobre su colección de animales disecados: cisnes, un pavo real y un avestruz imperioso que lanza una mirada altanera sobre los visitantes.

Sin embargo, ella rompe el hechizo con rapidez. “Quiero que la gente sepa más sobre mí”, dice. “Las personas siempre preguntan: ‘¿Qué es lo que hace, exactamente?’”.

Lo que hace, claro, es quitarse la ropa en el escenario, tan ingeniosamente como su ídolo Gypsy Rose Lee. Reina fetiche, avatar de la moda, la sensual gran dama del burlesque de Estados Unidos, Von Teese, antes conocida como Heather Sweet de Rochester, Michigan, es a quien aclama al menos una generación de aspirantes a chicas de calendario. Y es demasiado astuta en esta fase como para siquiera pensar en ceder el cetro. Que podría ser la razón por la que redobla esfuerzos a los 40 años para aprovechar su notoriedad al convertirse en el fenómeno de culto más reciente que convierte su nombre en marca.

En un coctel reciente en Decades, la lujosa tienda de época aquí, en Los Ángeles, quitó las envolturas de una línea cápsula en la moda, su primera.

Concebida con Lime Door, una compañía australiana que desarrolla marcas, la colección de cinco piezas curvilíneas, pero que cubren, con sabor retro, tiene detalles magníficos en forros de seda o tul, así como toques de grogrén.

La línea es la más reciente en una serie de introducciones de productos que incluyen fragancias, cosméticos, ropa interior y medias (con costura, claro) que se espera cimenten su situación como proveedora de una vuelta refinada. Está apostando a que sus seguidores, 80% de los cuales lo conforman mujeres, dice, morderán el anzuelo.

Datos

Su línea de ropa se vende solo en Decades por ahora

Sus defensores no lo dudan. “Se puede decir cuando alguien es auténtico”, dijo Ron Robinson, el presidente de la boutique de vanguardia en Los Ángeles del mismo nombre, que vende su fragancia y también lo hará con sus labiales y bálsamos para la piel, hechos por la marca alemana ArtDeco, una vez que se consigan en Estados Unidos, así como una línea distinta de uñas color escarlata que se colocan presionando.

“Dita es madura y sofisticada, hermosa y accesible”, dijo Robinson. “Dime si eso no es una marca”. Sin duda que embrujó al mundo de la moda y reúne a admiradores como Christian Louboutin, Marc Jacobs (cuya primera fila ella ha honrado) y Jean Paul Gaultier, en cuya pasarela interpretó alguna vez un streptease exóticamente elegante. Apareció en una campaña Viva Glam de los cosméticos MAC. Su acto, provocador en una especie de forma retocada, envalentonó a Cointreau, la marca de licores de alta calidad, para nombrarla su embajadora mundial.

Todo bien. Sin embargo, si Von Teese espera convertirse en un nombre doméstico, del tipo que vende bisutería y ropa de cama, tiene un gran desafío.

A su línea de moda, que por ahora solo se vende en Decades y shopdecadesinc.com, con precios de 600 a 1.000 dólares, le ha ido bien, dijo Melissa Dishell, la gerenta y socia de negocios de Von Teese. “Pero nuestra versión de ‘bien’ no es la versión de ‘bien’ de las Kardashian”. Dishell no proporcionó cifras.

A diferencia de las Kardashian, Von Teese todavía tiene que trascender su estatus de culto. “Ella no hace películas, no vende álbumes”, dijo Dishell. “No ha aparecido en la portada de una revista estadounidense de modas. Eso hace que sea mucho más desafiante para nosotras conseguir contratos y vender los productos”.

Más artista que emprendedora, Von Teese parece renuente a hablar de dólares y centavos.

“Realmente no quiero conocer las cifras”, dice. “Solo estoy juntando un guardadito”.

Cierto que considerable, derivado en parte de que cobra unos 200.000 dólares por presentación, suficiente para mantener sus coches de época, como el Cadillac 1953 estacionado en su entrada. No obstante, dice, “realmente no sé tanto del negocio”.

Eso deja a Dishell, organizadora de actos y exgerenta de las Pussycat Dolls, para barajar cantidades y meterle algo de fuerza a lo que hasta hace poco había sido una campaña de marketing pasiva, una que dependía tanto de la casualidad como de estrategias obvias. Una presentación como invitada el año pasado en CSI: Crime Scene Investigation fue resultado de la casualidad. Von Teese es amiga de un actor del programa. “Y saco a pasear a mi perro con uno de los productores”, dijo Dishell.

Von Teese no tiene planes de continuar con otros papeles. “No podría ser actriz y no ser Tilda Swinton”, dice. Y aunque no es ninguna gastrónoma, la red Bravo la contactó el verano pasado para aparecer como jueza invitada en el programa de televisión Top Chef Masters.

“Da la impresión de ser muy poco sistemático, azaroso, fortuito”, dijo Tom Julian, un especialista en marcas para modas en Nueva York, sobre los intentos por comercializar a la intérprete. “Es casi como si su equipo hubiese pensado: ‘Hay que sacarla para ver si pega algo’”.

Dishell busca a minoristas de alta calidad, como Jeffrey New York e Ikram, la boutique de Chicago, donde Von Teese interpretó una versión modificada de su espectáculo.

Sin embargo, hasta hace poco, su papel principal había sido actuar como guardiana, severa protectora de la imagen retro y glamurosa de Van Teese, quien rechaza más ofrecimientos de los que acepta. Vetó una línea de pieles. Lo mismo que una fragancia anterior, y unos vaqueros.

“Dita no usa vaqueros”, dijo Dishell llanamente. Y desanima a Von Teese para que no muestre todo en el escenario ni comparta en exceso al estilo de las Kardashian en un programa de realidad en la televisión.

No es por casualidad que a pesar de los mejores esfuerzos de blogueros por relacionarla con el actor Peter Sarsgaard y el noble francés Louis Marie de Castelbajac, la vida amorosa de Von Teese conserve algo de misterio. Está su matrimonio en el 2005, que duró un año, con el rockero gótico Marilyn Manson, una unión que aumentó su visibilidad, pero terminó en divorcio.

Compartió con su esposo una inclinación por la autoinvención. Los problemas surgieron, en parte, dice ella, porque “me gustaba ser Heather Sweet de Michigan, pero no creo que a él le gustara ser Brian Hugh Warner de Ohio”.

Hay indicios de que reditúa la reticencia. “Hay mucha gente que no sabe quién es Dita von Teese”, dijo Cameron Silver, un dueño de Decades. “Pero la gente adecuada sí sabe. Tiene a la muchedumbre que influye”.

No daña que presuma sus curvas que, reconoce, se las han mejorado con operaciones. Hasta su marca de belleza es un tatuaje.

“Toda stripper debería tener una marca de belleza junto al ojo izquierdo”, dice a la ligera.

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