Saludos, cibercondríacos

Por Connie Hunter
10 de Junio de 2018

Las únicas personas que conozco que no buscan por internet la causa de los síntomas que padecen son aquellas que no tienen internet ni computadora ni celular, ni saben guglear, ni tienen un amigo o familiar que les haga la búsqueda. Actualmente, la tendencia es que los cibernautas investiguen sus padecimientos (y los de sus seres muy queridos) en Google y lleguen donde el doctor con un prediagnóstico, lo más seguro, equivocado.

Aunque de este tema ya hablé hace años en otra columna, no se había dado a conocer mucho en esa época un término para definirlo: cibercondría. Apareció en el año 2001 y ya se han realizado varios estudios desde entonces. ¿Cuál es el problema con los cibercondríacos? Pues el mismo que con quienes padecen hipocondría: sufren antes de tiempo.

Ahora, imaginemos a los médicos cuando reciben pacientes que no tienen lo que aseguran tener, pero que dominan el tema de su supuesta enfermedad como si fueran estudiantes de Medicina, otros van con una actitud tan pesimista que solo los exámenes médicos podrían hacerla cambiar.

Curiosamente, hemos desarrollado una fe ciega en todo lo que internet nos dice. No dudamos de nada. Internet se ha convertido en la Biblia del siglo XXI. Si en una página nos dicen que por comer tomate se nos va a caer el pelo, al día siguiente dejamos de comer tomate y le decimos a todos a nuestro alrededor que también lo hagan. ¿Vimos quién lo dijo? ¿Bajo qué sustento? ¿Qué estudios hizo para comprobarlo? ¡No! Pero la fe, esa que mueve montañas, nos hace construir realidades falsas y ver enfermedades mortales donde solo hay un resfriado.

Dejemos al experto que haga lo suyo. Y esto aplica a la medicina, a la nutrición, al diseño gráfico, a la arquitectura… A todo. ¿O no les ha pasado que se descargan una imagen del internet y de esa hacen un loguito o una tarjeta? ¿O que bajan de YouTube dietas para estar fit sin acudir antes donde un profesional que confirme si esa es la dieta adecuada para su caso? Está claro que con el loguito o la tarjeta lo máximo que puede morir es el negocio o el emprendimiento. Pero con una dieta inadecuada el que puede morir es usted.

En tiempos de incrédulos y ateos, tenemos simultáneamente a los extremadamente crédulos y confiados. Y si una persona que tiende a hacer suyas las enfermedades que escucha por ahí, se pone a revisar las miles de millones de noticias sobre salud, estoy convencida de que enloquecerá. ¡Ah, porque internet es un éxito en temas relacionados con salud! Y los usuarios gugleamos no solo sobre lo que creemos tener, sino sobre lo que nos da vergüenza preguntar. Armamos nuestro coctel de síntomas y llegamos donde el experto con un champú de enfermedades inexistentes.

¿Qué hacer entonces si notamos que nos acercamos al perfil de cibercondríacos? Apagar la computadora y hacer cita con el médico. Si se quiere depositar la fe en Google, hágalo mejor en una persona que se preparó años para salvarle la vida. (O)

chunterdg@gmail.com
@conniehunterdg

  Deja tu comentario