Los caminos al reencuentro
“Y aunque siempre salta en alguien la duda de si será o no una relación para toda la vida, ellos se lanzan convencidos de que lo que las redes unieron, nada lo separará”.
Pudiste haberlo conocido veinticinco años atrás y no volver a verlo nunca. Él te hubiese podido googlear, pero tu nombre mal escrito complicaría la búsqueda. Y mientras todo eso pasaba, tú y él hacían sus vidas, siempre olvidándose y solo alguna que otra vez recordándose.
Pensar que hasta el siglo pasado el que dejaba de estar también dejaba de existir. Los migrantes perdían contacto absoluto con sus seres queridos y solo por registros escritos lograban con suerte algún día encontrarse. Esos registros, ahora, los escribimos nosotros mismos. Son páginas luminosas que se actualizan en tiempo real desde cualquier dispositivo. Es ahí donde las probabilidades de volverse a ver aumentan. De esta forma, las redes han unido a perfectos desconocidos, pero también a familias y amigos.
En las redes hay historias de infidelidades, de desengaños, de amor, de reencuentros y esta, la de un par de buenos amigos que solo tienen en su memoria gratos recuerdos y, en el presente, más cosas en común que lo que comúnmente uno se puede imaginar. Así lo demuestra su muro de Facebook, sus likes, su TL, sus fotos, sus posts. Su encuentro es una confabulación de la vida real, la virtual, los amigos de carne y hueso y unos tantos conocidos invisibles.
Curiosamente, sus vidas tomaron rumbos distintos, pero a un ritmo y de manera tal que, al final, llegaron al mismo punto. Siempre queda la duda de si es solo suerte o eso que llaman destino. Ponerse al día en la vida del otro toma su tiempo. Largas sesiones de chat son necesarias para reconocerse. El siguiente paso: saltar de la pantalla.
Finalmente, su historia se vuelve parte de una tendencia que va en aumento, a decir de los expertos. No sé si los estudios logran hacer la distinción de los matrimonios entre exnovios y entre simplemente amigos, pero cierto es que cada vez más gente se empareja por estas vías.
Los conectó el amigo del amigo del amigo o el pariente que de casualidad conoció. Como también lo hicieron las cosas que les gustaban y los contenidos que frecuentaban. Esto, el internauta lo entiende mejor que nadie. Y un programador bien podría crear el software de compatibilidades a partir de nuestro comportamiento en redes sociales.
Hacer clic en el botón de aceptar habiendo leído las condiciones no solo se aplica al momento de descargar aplicaciones. Los acuerdos se van haciendo mientras se construye el proyecto de vivir juntos. Si es por chat, la ventaja es que los mensajes quedan escritos y pueden ser releídos y revisados después. Ir poco a poco es lo mejor al rato de emprender la vida juntos.
Al final, la experiencia de haberse conocido como amigos es un punto favorable. Las redes fueron la vía, pero el móvil fue algo tan puro y simple como la amistad. Y aunque siempre salta en alguien la duda de si será o no una relación para toda la vida, ellos se lanzan convencidos de que lo que las redes unieron, nada lo separará. Es una historia real. (O)