De compras en las redes: Saber elegir

Por Connie Hunter
01 de Junio de 2014

“Las influencias llegaban de otra manera, por teléfono, de boca en boca o en una volante. Y tal como es ahora, el líder de opinión siempre triunfaba sobre cualquier opción”.

Con el tiempo, Facebook se ha convertido en algo parecido a transitar por un centro comercial. Te encuentras con amigos, vitrineas un rato y, si alguien te ofrece algo que te interesa, lo tomas.

De esa forma, mi canasta se ha llenado de champiñones deshidratados, cúrcuma, postres veganos, alguna que otra conferencia y hasta un rascador para gatos. Cosas que no se hallan con facilidad y que dada su especificidad no se promocionan en los medios masivos, las he encontrado sin moverme de mi asiento, a precios muy competitivos, servicio a domicilio y con atención personalizada. Y si algo no encuentro, pregunto en mi “status” y al rato obtengo respuesta precisa.

Pero los locales de mi centro comercial virtual no son los mismos que los de otros, pues los intereses personales filtran las ofertas y nos quedamos con lo que nos resulta afín. Y no son precisamente los avisos publicitarios los que más funcionan, ni siquiera las fan pages, sino los mensajes de personas en las que uno cree. Esos que en marketing uno llama “líderes de opinión” y que los expertos en comunicación se toman su tiempo para encontrar, hacerlos sus aliados y lograr estrategias más efectivas.

Una preocupación que salta a discusión en los tiempos de redes es el poder de elección que tienen aquellos que aún están en periodo de formación y que al no tener filtro ni asesoría, pero sí una buena mesada, podrían tomar decisiones desacertadas.

A los jóvenes les puede llegar, por ejemplo, invitaciones a fiestas organizadas que lo prometen todo a cambio de muy poco, así como inocuos mensajes de venta de ropa y accesorios de moda. Algunos padres se sorprenden cuando descubren en el muro de Facebook de sus hijos menores de 18 un cartel de una fiesta con el lema “Barra libre: $ 4 mujeres y $ 8 hombres”, y se asustan al pensar en la información que los chicos podrían estar recibiendo de manera directa y privada no solo por ese medio, sino por Twitter, Instagram o Whatsapp.

Las propuestas bombardean a diario y es común y apropiado que los padres amplifiquen sus radares y establezcan mecanismos para detectar cualquier cosa que no sea tan beneficiosa para los chicos.

Pero el asunto no es tan distinto a como era antes y siempre ha habido que estar alerta. Las influencias llegaban de otra manera, por teléfono, de boca en boca o en una volante. Y tal como es ahora, el líder de opinión siempre triunfaba sobre cualquier opción. Pero seguimos pensando que antes todo era más sencillo, que los jóvenes se tardaban más en enterarse de las cosas y, finalmente, que los padres podían controlar mejor la situación, en último de los casos con un carajazo.

No es tan cierto como parece, no todo tiempo pasado fue mejor. No olvidemos que el ser humano nació con un regalo divino que es el libre albedrío. Y los padres, maestros y guías tenemos el mismo reto de siempre: darles a los más jóvenes las herramientas para que ellos sepan elegir. Solo con los años nos damos cuenta de que la libertad es lo más valioso, pero también lo más difícil de administrar.

chunter@eluniverso.com

@conniehunterdg

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