Sobre cada ola

12 de Noviembre de 2017
  • Un día común común para Laird Hamilton conlleva treparse a monstruosas olas.
  • En el estreno. Laird Hamilton y Rory Kennedy posando para una foto promocional de la película.
  • ‘Surfer Magazine’ captó la mayor hazaña de Hamilton.

La película Take Every Wave (Agarra cada ola) retrata la vida de uno de los surfistas más importantes de ese deporte acuático: Laird Hamilton.

A Rory Kennedy nunca se le había ocurrido que el surf pudiera ser el foco de sus documentales. El trabajo de la directora ganadora del Emmy, y candidata al Óscar en una ocasión, es más conocido por sus producciones con tintes sociales.

Entre ellas está Ethel, una perspectiva muy íntima de sus padres Ethel y el senador estadounidense Robert F. Kennedy. También incluye Los últimos días en Vietnam sobre las semanas finales de la guerra de Vietnam; y Los fantasmas de Abu Ghraib, acerca del escándalo militar estadounidense en una prisión iraquí. Todos temas diametralmente opuestos a esa pasión que se desliza con dominio sobre las olas.

“Honestamente, al inicio dije que no lo haría”, recordó en una entrevista cuando un amigo en común le propuso a Laird Hamilton como un personaje interesante para su próximo documental. “El mundo se cae a pedazos, ¿por qué haría una película sobre un surfista?”.

Temeraria estrella

Hamilton es una figura dominante de este deporte acuático, a pesar de negarse a competir profesionalmente. Revolucionó esta actividad como uno de los corredores más famosos de olas gigantescas, una disciplina para los surfistas más experimentados –y menos temerosos, pues la práctica consiste en montar ondas mayores a seis metros.

Coinventor del ‘surf remolcado’ (tow-in surf), técnica que traslada al deportista hacia las olas más complicadas o de difícil acceso y es el mayor promotor de surf de remo (stand up paddle surfing). Su mayor hazaña a la fecha es haberse subido a una monstruosa oleada en una peligrosa barrera de arrecifes en Tahití, la cual fue documentada en la portada de Surfer Magazine.

Pero lo que Kennedy realmente descubrió es que el viaje personal de Hamilton es lo suficientemente extraordinario para sus éxitos y logros, que para ella casi ha sido un privilegio obtener una visión tan íntima de cómo todo se fue sucediendo. Y con Take every wave (Agarra cada ola) lo demuestra. “Laird tenía la habilidad para ser un actor, pero no quiso ser un actor. Tenía la capacidad para ser modelo, pero él no quería ser un modelo. Pudo haber competido profesionalmente y enriquecerse con eso, pero no lo hizo”.

La historia de Hamilton está llena de incidentes dramáticos y de complejidad personal y psicológica, como el abandono de su padre y sentirse desde niño siempre fuera de lugar en Hawaii, donde predomina una población asiática y nativa. La trama se acompaña de referencias visuales espectaculares de olas de más de 30 metros de altura, que cautivan hasta a quienes temen al mar.

Detalles y producción

La película además se complementa con fragmentos de grabaciones del propio Hamilton, las cuales se entrelazan con la secuencia que Kennedy escogió para hilar sus memorias. La acción principal se inicia en el 2016, en Kaui, donde el protagonista aprecia las marejadas formadas por la última corriente de El Niño.

“¡Me muero por trepar esas olas!”, confiesa Hamilton. Y no exagera: el hombre parece haber nacido con un déficit de miedo, comenta en la cinta su colega Buzzy Kerbox.

Hamilton además es notablemente sincero acerca de todas sus actividades, incluidos los resentimientos que algunas de sus acciones produjeron en sus amigos cercanos. Y tanto él como su esposa son honestos acerca de la naturaleza y las tensiones de su matrimonio.

Una de las claves de la película fue ganarse la confianza de la comunidad de surf, la cual es muy unida. “Es fascinante; ahora que vivo en California lo entiendo mejor”, dice Kennedy. “Para mí fue una entidad muy extraña, y entender la política y las reglas y cómo funciona y qué se reproduce es parte del contexto más amplio de la película”.

Take every wave lleva el nombre de la filosofía del surfista de nunca perder una oportunidad. La escena final justamente concluye donde arranca. Hamilton montando una de esas olas de El Niño que parecen durar para siempre. Y para él, eso está más que bien.

Fuentes: LA Times, NewsDay, Imdb.

  Deja tu comentario