Cuando el ‘Sol’ francés se apagó

28 de Mayo de 2017

La muerte de Luis XIV, filme dirigido por Albert Serra, retrata los últimos días del rey más destacado de la monarquía absoluta francesa.

El actor francés Jean-Pierre Léaud es protagonista de La muerte de Luis XIV.La película empieza cuando Luis XIV (protagonizado por Jean-Pierre Léaud) –tras volver de una salida de caza– empieza a sentir un fuerte dolor en una pierna que lo obliga a guardar cama en Versailles. Así empieza una lenta agonía durante la cual tendrá que organizar los preparativos de su sucesión mientras es rodeado por su fiel corte.

Albert Serra dirige La muerte de Luis XIV con un guion que ha coescrito junto con el productor Thierry Lounas.

Desde el Quijote hasta Casanova, pasando por los Reyes Magos y el Conde Drácula, considerado como el enfant terrible del nuevo cine europeo, la filmografía de Serra se nutre de personajes literarios y de sujetos históricos y su cuarta película, La muerte de Luis XIV, no es la excepción, al retratar el aspecto más humano del personaje, mostrando a un hombre que se prepara para morir y que ve desfilar fieles, eclesiásticos y cortesanos para poner sus asuntos en orden.

Luego de ganar el premio Jean Vigo en 2016 por La muerte de Luis XIV, Serra declaró en París: “Mi cine es como los electrodomésticos de antes: Life Time Guarantee”.

Para la web cineuropa.org declaró: “Es de las veces que he traído menos a mi mundo a un personaje: es difícil crear el equilibrio total, el punto de ser fieles a la historia y eso que obviamos discursos que pronunció el monarca antes de morir. Porque me hubiera gustado añadirle un poco más de locura, pero era difícil por las limitaciones del espacio, cualquier extravagancia que incluyeras iba a matar la credibilidad del conjunto”.

Léaud es historia viva del cine y eso es clave a la hora de ficharlo para que forme parte de una película. “Léaud no tiene nada de divo”, dijo Serra. “Es un actor muy singular. Una vez me dijo que nunca, jamás, había trabajado por dinero. Y eso me impactó mucho porque yo siempre había pensado que a los actores el dinero y la fama les encantan. Luego, durante el rodaje, él no fue particularmente obediente conmigo y eso me gustó. La gente que me respeta no me gusta, prefiero que sean irrespetuosos”.

Sobre el tema de la muerte, el cineasta catalán dijo: “La muerte de Luis XIV desdramatiza por completo la idea de la muerte. Sí, recrea la banalidad de la muerte en sí misma. Y eso es muy poco común porque las películas suelen envolver la muerte de drama y de trascendencia, pero cualquiera que haya visto morir a alguien sabe que eso es falso. En realidad, uno está vivo y de repente deja de estarlo. No hay epifanías. Además, estoy seguro de que incluso quienes están a punto de morir no creen que vayan a morir, piensan que en el último momento va a pasar un milagro”.

El actor

Luis XIV está encarnado por el mítico Jean-Pierre Léaud, actor francés de 72 años. Él, actor fetiche de François Truffaut, dijo: “Intenté dar la mayor intensidad física y de presencia que podía, porque sabía que era importante para mí y que este personaje me seguirá hasta la muerte. Esperé a la muerte con una especie de tensión cotidiana e interna, incluso una especie de odio y violencia al verla acercarse. Eso es lo que hizo toda la película. No me imaginaba que iba a encontrar en mí durante el rodaje la autoridad de un monarca frente al sufrimiento y a la muerte”, dijo.

La poderosa figura de Luis XIV le permitió además enterrar por fin a la de Antoine Doisnel, el personaje de Truffaut que encarnó a lo largo de las películas del maestro francés desde Los 400 golpes. Una tarea “gigantesca” para el actor septuagenario cuya vida transcurrió desde la adolescencia a la sombra el personaje de ficción de su mentor. “Sabía que esta película sería sumamente importante para mí y que tenía que encarnar a Luis XIV de la manera lo más profunda posible, y que era una ruptura radical, actuada con la mayor intensidad posible, con relación a Antoine Doisnel”.

Según Léaud, gracias al trabajo del realizador catalán en el montaje, “lo que queda es una especie de improvisación permanente en el silencio de lo que representan la enfermedad y la muerte. Me transformó por completo. Uno no puede pegarse durante un mes a la muerte sin salir un poco transformado”. (A. C. J.) (I)

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