Teléfonos robados en EE.UU

11 de Mayo de 2014
EFE

Perder el teléfono móvil es, generalmente, un drama personal y económico, y cuando se trata de un robo, puede suponer además un riesgo físico para su propietario. Esto sucede más en unos países que en otros. En Estados Unidos, las autoridades, tanto a nivel local como nacional, exigen medidas contundentes a fabricantes y empresas de telecomunicaciones que se resisten a dejar que los legisladores dicten las especificaciones técnicas de sus productos.

Los hurtos de telefonía han adquirido la dimensión de problema social en EE.UU., donde estas actividades ilícitas cuestan al consumidor $ 30.000 millones al año, según la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), y suponen un lucrativo negocio para las mafias.

La presión de los representantes públicos se ha incrementado en los últimos meses hasta el punto de que el fiscal del distrito en San Francisco, George Gascón, y el jefe de Policía de Los Ángeles, Charles Beck, han llegado a cuestionar la buena fe del sector. “Proveedores de telefonía y fabricantes hacen miles de millones de dólares reemplazando teléfonos robados. También ganan dinero vendiendo seguros. Los beneficios no deberían guiar decisiones que tienen consecuencias de vida o muerte”, aseguraron ambos.

En febrero, varios senadores presentaron un anteproyecto de ley llamado Smartphone Theft Prevention Act, para obligar a que todos los teléfonos inteligentes que se vendan en EE.UU. estén equipados por defecto con una función que solo el dueño pueda activar para terminar con la vida útil de su dispositivo y que funcione de forma remota en todo el mundo.

Ese mecanismo, bautizado como Kill Switch, se planteó también a nivel estatal en Minnesota y California. Los opositores consideraron la propuesta una regulación excesiva por coartar la libertad de elección del consumidor, que ya actualmente tiene a su disposición diferentes aplicaciones para asegurar que, en caso de pérdida o robo, pueda localizar su teléfono y eliminar todos los datos a distancia (Find My iPhone de Apple es un ejemplo).

Para el analista Ramón T. Llamas, de la consultora IDC, el concepto de Kill Switch es “una buena idea”, pero le inquieta que en la práctica pueda acarrear otros problemas al usuario que anule ese sistema por equivocación, si bien la ley prevé que se establezca un mecanismo para “resucitar” el aparato en ese caso.

Tanto Verizon Wireless como AT&T, principales proveedores de red móvil en EE.UU., acordaron un compromiso sectorial para que todos los nuevos modelos de teléfonos inteligentes fabricados después de julio del 2015 para su comercialización en EE.UU. incorporen una herramienta antirrobo o se pueda descargar.

Esa declaración de intenciones fue firmada por Apple, Google, Samsung, HTC, Huawei, Motorola, Microsoft, Nokia, Asurion, así como Verizon, AT&T, T-Mobile, Spring y U.S. Cellular, y sus requerimientos técnicos se asemejan al Kill Switch exigido por los legisladores, aunque hay una importante diferencia.

Modelos de iPhone de última generación sustraídos en EE.UU., donde el más caro cuesta $ 849, pueden alcanzar $ 2.000 en Hong Kong. Asimismo, Consumer Reports señaló que el número de hurtos de teléfonos inteligentes en EE.UU. en el 2013 fue “cerca del doble” que en el 2012: 3,1 millones de unidades. 

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