Nuevos ídolos del Interbarrial

17 de Agosto de 2014
  • Las familias León (i) y Terán preparaban a sus pequeños deportistas antes del entrenamiento, el viernes de la semana anterior.
  • Jugadores de hasta 15 años de la Academia Alfaro Moreno.
  • Denis Dau y Carlos Alfaro
Texto y fotos: Moisés Pinchevsky

El próximo domingo, la Ciudad Deportiva Carlos Pérez Perasso comenzará a agitarse una vez más con el entusiasmo de los pequeños jugadores y sus orgullosos padres.

El exfutbolista Carlos Alfaro Moreno anotó más de 200 goles como profesional. Pero ninguno de ellos resulta más inolvidable que aquella primera conquista que logró cuando tenía solo 4 años de edad.

“Fue en el complejo de empleados del Banco de la Provincia de Buenos Aires (mi papá trabajaba allí), en un campeonato interno. Fue una pelota en que quedé mano a mano con el arquero y se la puse de ‘sombrerito’, por encima”, indica el excrack, quien en ese partido vestía de blanco y rojo.

“Pero lo que más recuerdo es la cara de satisfacción de mi papá, del gran orgullo que él sentía. Por eso suelo decirles a los papitos que cuando un niño logra algo importante, lo primero que todo pequeño hace es buscar con la mirada al papá o a la mamá”.

El apoyo de los progenitores es vital para motivar a sus hijos, subraya Alfaro Moreno, cuya escuela deportiva participará con más de 120 equipos en el 28º Interbarrial de Fútbol Diario EL UNIVERSO-Copa Samsung.

Este torneo es considerado un “mundialito” y este año contará con más de 900 equipos, indica Denis Dau Karam, director del certamen. “Es el campeonato futbolístico más grande del mundo, según la FIFA, y el principal semillero del deporte ecuatoriano, pero sobre todo es el lugar donde las familias se integran gracias a la actividad física y la alegría de apoyar a los niños”, comenta. “Los nuevos talentos del país se forjan junto al grito emocionado de sus papás”.

El viernes de la semana pasada, la Ciudad Deportiva CPP se alborotaba con el entusiasmo de padres y niños que, además de entrenar, confirmaban que el balón provoca mucho más que goles. “A mi hijo siempre le gustó la pelota. Se divierte y eso me alegra”, dice Douglas Cacao (31 años) sobre su hijo Didier (5), quien desde mayo entrena con la sub-7 de la Escuela de Fútbol Barcelona.

Una corrida veloz, un pase bien dado, una patada para despejar el balón. Cada movimiento de los niños genera las alegrías que Magaly Castro (32 años) considera vitales para el buen crecimiento de su hijo Giovanni Lascano (3 años). “No me gusta que pase el día viendo televisión. Aquí hace deporte, se divierte, porque no todo debe ser estudio en los niños”.

A esa edad lo principal es que rían, indica el entrenador de ese equipo, Daniel Cabrera. “El propósito es lúdico, que la pasen bien. Y a medida que van creciendo se vuelve más competitivo y los muchachos aprenden valores como la disciplina, la puntualidad y el trabajo en equipo”, dice.

Alejandro León (42) lleva dos años disfrutando tales alegrías con su hijo Áxel, de 11 años, marcador derecho de las divisiones inferiores de Barcelona. “Siempre quiero mejorar en la cancha, pero sobre todo es divertido”, comenta el joven, cuyo entusiasmo ha inspirado a un pequeño primo de solo 3 años de edad.

“Mi sobrino se me acercó hace unos meses y me dijo ‘quiero entrenar’, por eso lo traje y ahora es feliz”, comenta Alejandro sobre alegrías que son contagiosas.

Además, cambian vidas. Luisao Mina, de 15 años, es un delantero que llegó de San Lorenzo (Esmeraldas) traído por una escuela de fútbol. “Quiero que en algún momento digan ‘él es un gran jugador’, pero para eso debo trabajar mucho”, comenta.

Luisao considera que de lograrlo, conseguiría el mejor trabajo del mundo. “El fútbol es, sobre todo, una pasión. Agradezco mucho que me brinden esta oportunidad de trabajar con buenos profesores”.

Y aunque no tiene el privilegio de contar con la sonrisa de sus padres para que lo apoyen en cada buena maniobra, Luisao le dedica sus triunfos deportivos a su hermano mayor, Jefferson, con quien se crió. Él le brinda ese apoyo necesario para sentir que no está solo, que sus seres queridos son su mayor hinchada cuando salta a la cancha. Eso demuestra que el mayor motivante del Interbarrial no es el balón, sino la alegría familiar.

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