A54_ 07_12_2014 LR DOMINGO

La revista E - Regalos

la re vista 53 ......................... P P pedían muñecas Barbie. Tenían toda la colección, les cortaban el pelo o las pelaban por completo. También les gustaba unas casitas que tenían dentro camitas, muebles, lavadora... La Navidad de antes, dice doña Victoria, era más tranquila, sencilla y no había tanto lujo. El árbol se lo compraba y las familias lo armaban con amor. Pero ahora hay gente que paga para que lo decoren. Carta en la ventana El doctor Ignacio Hanna Musse, de 71 años, recuerda que en su época de niño los juguetes que le pedía a Papá Noel eran de otros materiales y no existían tantos personajes como ahora ni tampoco muchos dispositivos tecnológicos. “Escribíamos una carta con ayuda de nuestros padres pidiendo lo que queríamos y la dejábamos en la ventana para que la llevara Papá Noel. Nos decían que en la noche él pasaba retirándola y que la respuesta se la veía en Navidad, es decir, si nos traía lo que habíamos pedido. Entonces, desde ese momento nos portábamos bien”. Después de la cena del 24, que se hacía a las 22:00, el hoy doctor se iba a dormir con la ilusión de ver al siguiente día sus regalos. Los juguetes que acostumbraban a obsequiar eran carros de madera o de lata. Y los más finos y costosos eran ingleses que se hacían de plomo, igual que los soldaditos, la carroza real y la caballería que la acompañaba. También daban instrumentos musicales como la flauta, rondín, batería con pergamino resistente, tambores, trombones. “Los disfrutábamos sabiendo que Papá Noel nos dio lo que habíamos pedido o algo que se pareciera. Era el momento más feliz, ponía a funcionar lo recibido y nos intercambiábamos con mis hermanos. Las muñequitas y jueguitos femeninos eran para mi hermanita menor”. En cuanto al árbol de Navidad lo adornaban con guirnaldas, luces, accesorios de todo tipo y la nieve era una especie de algodón. Y en el tope iba la estrella de Belén. Para celebrar la Navidad, cuenta, no había tantos juegos pirotécnicos como ahora, ni los peligros que eso conlleva. Era una reunión muy familiar. “Yo acompañaba a mis padres a comprar lo que se iba a poner en la mesa para la cena. Recuerdo que emborrachaban al pavo antes de llevarlo al sacrificio y era interesante ver cómo poco a poco iba perdiendo el equilibrio”. Y cuando ya fue padre, dice, él trataba de que sus hijos también vivieran la magia de la Navidad. “Todo era sorpresa hasta que descubrieron que Papá y Mamá Noela eran el papá, la mamá y los abuelos. Entonces, ya ellos pedían lo que deseaban tener, desde luego sin excesos”. Sus dos hijos pedían juguetes, personajes actuales, y poco a poco se integraron a la tecnología. En esa época, refiere, los regalos se entregaban en la Nochebuena antes de cenar. Siempre le gustó la Navidad. Cada cosa en su época, siendo antes tan familiar como en la actualidad. “Me gusta tanto la que se hacía antes como la de ahora, sobre todo cuando estoy junto con mis amados hijos y mis nietos: tres varones y tres mujeres. Además, las costumbres se siguen dando de generación en generación”.1e ANA VON B U C H WA L D IGNACIO HANNA MUS SE V I CTO R I A DE THORET ESPECIAL de la revista 53


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