(Artículo publicado originalmente en La Revista el 20 de enero del 2013)

En todos los cuentos de hadas o en el imaginario popular se menciona que los príncipes tienen sangre azul. Pero en el mundo real está claro que es roja.

Tampoco es tan líquida como el agua o tan viscosa como el aceite, pero sí puede en algunas personas estar un poco más concentrada por lo que puede lucir más oscura

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Según la doctora Inés Reyes Peña, especialista en hematología y oncología, la sangre está compuesta por una parte líquida llamada plasma, que contiene agua, sales y proteínas, y por una sólida formada por glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.

Los rojos son los responsables de si estamos o no anémicos y se encargan de transportar el oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos y órganos. Los blancos, conocidos como leucocitos, combaten las infecciones y forman parte del sistema inmunológico de la defensa del cuerpo. Mientras que las plaquetas ayudan a que la sangre coagule.

Cuando una persona tiene la sangre más concentrada, agrega Reyes, es porque está atravesando por un proceso de deshidratación (falta de líquido en el organismo) en casos de enfermedades pulmonares, cardiacas y malignas como la policitemia vera (incremento anormal en el número de células sanguíneas, principalmente de glóbulos rojos).

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La deshidratación también hace que el volumen sanguíneo circulante (líquidos) disminuya y la cantidad de células aumente. De ahí que la sangre luzca más concentrada reflejándose, mediante pruebas de laboratorio, en los valores elevados de hemoglobina (proteína que existe en los glóbulos rojos encargada de transportar oxígeno).

En nuestro medio los valores normales de hemoglobina varían. Si se vive en la Costa, lo normal es que una mujer los tenga entre 12 y 12,5 g/dL, y el hombre, de 13 a 14,5 g/dL. Mientras que en la Sierra es un poco más alta porque los requerimientos de oxígeno son mayores: en la mujer hasta 14 g/dL y en el hombre hasta 16 g/dL.

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Cuando alguien sobrepasa esos valores significa que la viscosidad de la sangre está aumentada y, especialmente en las personas inactivas, se eleva el riesgo de formar trombos (coágulos) en los vasos sanguíneos o en los pulmones. En el primer caso se denomina trombosis y en el segundo, embolia pulmonar. Por lo tanto, puede causar infarto al miocardio (músculo del corazón) o un infarto cerebral que puede ser fatal.

Y si la sangre está muy fluida, dice la hematóloga Bella Maldonado, se debe a que no tiene una coagulación adecuada por falta de plaquetas o por deficiencia de factores de coagulación, lo cual tiene sus riesgos como el sangrado.

La concentración de sangre en el torrente sanguíneo puede alterarse por deshidratación u otras enfermedades. Estar alerta es necesario.

Medicamentos anticoagulantes

Todo paciente con antecedentes de trombosis, embolia o que tiene colocada alguna válvula cardiaca, o que ha sufrido algún infarto requiere la administración de medicamentos anticoagulantes orales, inyectables o antiagregantes plaquetarios, para evitar que las plaquetas se junten y formen coágulos.

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Estos pacientes son los que cuando van a tomarse una muestra de sangre después de haber retirado la aguja necesitan hacerse presión en el sitio para evitar que siga sangrando.

Se considera normal que una persona tenga de 150 mil hasta 400 mil plaquetas; menos o más de esos valores, no lo es. Sin embargo, si tienen más de 50 mil plaquetas, tienen menos riesgo de sangrado.

La viscosidad de la sangre también puede presentarse en pacientes con poliglobulia (aumento de la cantidad de glóbulos rojos en el torrente sanguíneo), que puede ser de tipo primaria o secundaria a otras enfermedades cardiacas, pulmonar o malignas. Un niño, por ejemplo, puede presentarla a causa de un tumor en el riñón y un adulto por ser fumador crónico.