POR: Moisés Pinchevsky

Construir y proteger

Las soluciones ambientales en la construcción sí son posibles. Sin embargo, aún son pocas las iniciativas que se asoman en ciudades como Guayaquil debido principalmente a su costo
y poca difusión.


La terraza de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Católica de Guayaquil tiene desde hace un año una ‘ecocubierta’ de la empresa Chova del Ecuador, en la cual se pueden plantar jardines para evitar que el techo se caliente con el sol y así refrescar la estructura inferior.
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provechar mejor el impacto del sol y del viento para reducir el uso de luces eléctricas y acondicionadores de aire. Separar las aguas grises (tras el uso en el lavamanos y duchas) para tratarlas y reutilizarlas en los servicios higiénicos y la jardinería. Instalar espacios verdes en interiores y exteriores para reducir la temperatura. Emplear materiales ecológicos que reduzcan la emisión de CO2 al ambiente. Introducir un sistema de separación y reciclaje de desechos que permitan su reutilización.

Esas son algunas de las soluciones ambientales que tiene la industria de la construcción para volverse sostenible, ecológica, “verde”, es decir, amigable con el planeta y los seres vivos (incluidos, lógicamente, los seres humanos).

Lastimosamente, desde hace algún tiempo los profesionales de la construcción se han olvidado de emplear estrategias sostenibles para volcarse hacia lo considerado “moderno”. “Antes era más común aprovechar, por ejemplo, la energía solar como medio de iluminación natural y el viento para aumentar la ventilación en los inmuebles, pero al parecer en los últimos treinta años los arquitectos nos hemos olvidado de todo eso”, critica la arquitecta Rosa Edith Rada, decana de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Católica. “Por eso hoy vemos tantos edificios con grandes ventanales de cristal de frente al sol. Lógicamente se calientan. Nos hemos acostumbrado a vivir en espacios cerrados con aire acondicionado”, agrega. “Las soluciones ambientales aún no son populares debido a su precio (unas pueden costar más que la opción convencional, aunque otras representan ahorros) y al desconocimiento de los profesionales y clientes”.

Buscando lo verde

Al consultarle ejemplos de edificios, urbanizaciones o construcciones en general que hayan introducido soluciones ambientales integrales, la decana Rada indica que “no existen en Guayaquil”, solo hay iniciativas aisladas en aspectos muy específicos. Uno de ellos nace de su propia institución: el desarrollo de ecomateriales de construcción a partir de la caña guadúa.

La hostería Alándaluz, próxima a Puerto López (Manabí), se destaca por el uso de materiales propios de la zona y por su filosofía sostenible.
El arquitecto Jorge Morán Ubidia lidera esa iniciativa. “La caña guadúa ha sido relacionada con viviendas humildes, pero el potencial de ese material es enorme. Hoy estamos produciendo planchas de caña guadúa prensada que ofrecen gran durabilidad, firmeza y la densidad de una madera tan dura como el guayacán. Estas planchas pueden ser empleadas para muros, pisos, muebles e incluso tenemos variedades para cielos rasos y techos”, señala este profesional que hace una semana regresó de China, adonde fue invitado para dar charlas sobre estos productos.

“Ese país es líder mundial en la producción de materiales de bambú (caña guadúa) y se quedaron sorprendidos por lo que hemos logrado aquí en Ecuador”, indica Morán, quien destaca el apoyo económico brindado por la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (Senacyt) para este proyecto piloto que ayudaría a cuidar los árboles. “Una caña guadúa tarda solo tres años en crecer, mientras que los árboles derribados para la construcción pueden tener hasta cien años. Por eso están acabándose”.

La Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Católica trabaja en el desarrollo y producción de estos paneles que, además, pueden contar con un revestimiento retardador de fuego (desarrollado por esta entidad) y pueden ser decorados por pinturas ecológicas producidas a partir de arcillas de diversos colores.

Del sol y del río

Alemania, Estados Unidos (foto: Chicago), Inglaterra y Francia son líderes en la instalación de techos o azoteas
verdes. En América Latina, México se destaca por esta iniciativa que lleva la naturaleza a los edificios.
El empleo de materiales sustentables resulta vital en la construcción, indica el arquitecto Juan Carlos Banegas, quien destaca además el mejor aprovechamiento de la naturaleza para que los ambientes artificiales tengan un toque más amigable con el entorno. “La industria de la construcción debería apuntar hacia métodos de energías alternativas, como los paneles de células fotovoltaicas colocados en las cubiertas de las casas para aprovechar la energía del sol, lo cual es especialmente conveniente en nuestra ciudad de sol intenso la mayor parte del año. Otra opción es la energía eólica, que funciona con la fuerza de los vientos. Nosotros tenemos fuertes vientos de la costa oceánica y provenientes de ríos como el Guayas. En el caso de Guayaquil, tendríamos que realizar estudios del viento y climatización para analizar su factibilidad para producir energía”.

El experto, que ha tomado diversos cursos de arquitectura.

sostenible, también recomienda la instalación de jardines en los exteriores e interiores de viviendas y edificios. “Por ejemplo, en fachadas y cubiertas, para que exista mayor frescura y confort en el interior de una edificación; se ha comprobado que las plantas reducen la temperatura”, explica Banegas, quien agrega la importancia de que los proyectos de construcción impongan modelos de ahorro de agua. “En unos treinta años el agua dulce va a ser un líquido escaso. Por eso desde ahora se está pensando en el diseño de pequeñas plantas potabilizadoras dentro de nuestra propia vivienda que estarían obteniendo el líquido de ríos, océanos, lagos, esteros y demás fuentes. La arquitectura debe aprender a proteger el agua hoy”, resalta el profesional.

Impulso de autoridades
José Javier Guarderas, gerente de Soluciones Ambientales Totales (Sambito), señala que la arquitectura verde es aún incipiente en la ciudad; “si bien es cierto nuevas edificaciones aplican ciertas consideraciones de eficiencia energética, aún no podemos decir que hay construcciones 100% sostenibles en la ciudad”. Sin embargo, apunta que hay muy buenas iniciativas, por ejemplo, actualmente se encuentran asesorando a una urbanización nueva llamada Bosques de la Costa, con la cual han desarrollado una política ambiental que incluye un sistema de reciclaje en cada casa, un centro de acopio y un programa de capacitación ambiental para las familias”.

El Kapawi Ecolodge & Reserve (Pastaza) emplea 68 paneles fotovoltaicos para producir el 65% de la energía que utiliza en el hotel.
Guarderas opina que hay que impulsar el desarrollo de edificios inteligentes que aprovechen la tecnología para facilitar la eficiencia energética y del agua, como el hotel Oro Verde de Guayaquil, en donde se han implementado conceptos de ecoeficiencia.

Para que estas iniciativas se multipliquen, “el sector público debería otorgar incentivos fiscales a los proyectos de construcción verde, por ejemplo, exoneraciones de impuestos a la importación de materiales de construcción ecológicos, o descuentos en el Impuesto a la Renta o prediales, todo eso para promover las construcciones verdes, tal como se hizo, por ejemplo, con los carros híbridos”, recomienda.

Douglas Dreher, arquitecto de la Fundación Malecón 2000, ha observado los mayores esfuerzos por conseguir una arquitectura verde en el turismo, específicamente en hoteles de Galápagos y del continente, entre estos últimos destaca la hostería Alándaluz (Manabí) y el Kapawi Ecolodge & Reserve (Pastaza). “En tales iniciativas vemos huertos para no depender de alimentos del exterior, empleo de materiales orgánicos en la construcción, uso de letrinas ecológicas, reutilización del agua para los cultivos, reciclaje de desechos”, indica Dreher. Añade que hoy resulta importante proteger los recursos que poseemos y ser autosuficientes, por ejemplo, en la producción de alimentos y energía. Además, reutilizando los desechos orgánicos, ya que cuentan con gran cantidad de nutrientes valiosos para la agricultura.

Las terrazas verdes son otra opción interesante y ya existen en nuestro medio cubiertas ecológicas (hay una instalada en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil) que refrescan el ambiente.

Dreher y los demás entrevistados coinciden en que ya es momento de que la industria de la construcción gire el rumbo hacia edificios sostenibles, pues el planeta es nuestra gran y principal vivienda y oficina… por eso debemos protegerlo.pE
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DATOS VERDES
Impulsos en el mundo
La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) animó recientemente a las autoridades de las ciudades a incentivar la producción de alimentos en las áreas urbanas. Plantar huertas en las ciudades, para la FAO, puede ser clave para el futuro de la alimentación, pues puede asegurar “alimentos inocuos, nutritivos, medios de subsistencia sostenibles y comunidades más sanas”.

El Municipio de Nueva York está financiando un programa denominado Azoteas frescas, que apunta a pintar los techos de edificios de blanco para promover mayor frescura en su interior. La idea de pintar de blanco las superficies superiores de los inmuebles ha ganado popularidad en Estados Unidos. La Secretaría Federal de Energía de EE.UU. anunció que esta medida contribuirá a la lucha contra el calentamiento global.

Según David Rodman y Nicolas Lenssen, autores del libro A Building Revolution: How Ecology and Health Concerns are Transforming Construction (1996), los edificios contribuyen con el 17% de los desperdicios mundiales de agua, con el 25% de la madera y con el 40% de los flujos de material y energía.

El Consejo de Edificios Verdes de Estados Unidos señala que los edificios consumen el 65,2% del total de la energía producida en ese país y que la ineficiencia en los sistemas consume mínimo el 40% del agua.



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